lunes, 2 de julio de 2012

Podría deciros sin ninguna duda que la final de la Eurocopa de ayer fue uno de los momentos más inolvidables que he vivido hasta el momento en Londres. De hecho, os lo escribo ahora porque ayer llegué a casa tarde y cansada. Pero bueno, no todo el día fue fútbol. Os cuento.

Con Manon quedé a las 12:00 en Victoria para ir a Brake Lane, un mercado vintage y alternativo que ponen los domingos en Liverpool Street. El problema es que los ingenieros iban a pasarse todo el día trabajando en mis dos estaciones de tren más cercanas, así que mi opción más factible de llegar al centro (tanto a la ida como a la vuelta) era ir andando hasta Brixton (una media hora) y de ahí coger un Metro directo hasta Victoria.

Nada más encontrarnos, Manon y yo nos ataviamos nuestras banderas de España en los bolsos, con tal mala suerte, que la mía me duró un microsegundo.

El mercado de Brake Lane estaba difícil de encontrar, pero nos mereció la pena. Había un montón de graffitis, tiendas raras y comida de todas las nacionalidades. Entre nuestros puestos preferidos, uno de accesorios originales (collares hechos con tijeras, cintas de música, soldaditos de juguete... Manon se compró unos pendientes de Lego) y una peluquería al aire libre (vamos, en un descampado). La comida nos gustaba toda, pero al final nos pedimos para compartir una arepa con mil clases de relleno y un plato Lituano (pollo con salsa de naranja y queso, con arroz cocido y una especie de tortellini relleno de carne). Y de postre, un dulce Pakistaní que era como una especie de hojaldre en forma de espiral con almendrita picada y miel. Estaba chuli, porque había muchas mesitas para comer y estaba cubierto (algo muy necesario en Londres).

Después de ponernos púas a comer y de dar una vueltecita por las tiendas, fuimos a nuestro M&S preferido, el de Oxford Street, y nos compramos unas latas de combinados (Piña colada y Mojito), para empezar a ambientarnos en el partido. Como estábamos cerca de Hyde Park, tendimos la bandera de Manon en el cesped y nos bebimos nuestras latas al solecito, mientras nos pintábamos las caras con la bandera de España y planeábamos los cinco fines de semana que nos quedan juntas en Londres. Por Hyde Park ya se veía alguna que otra bandera española (y del Málaga). Aunque también había una especie de mitin anti-racista en plan Nelson Mandela.

El partido no sabíamos bien dónde ir a verlo. Queríamos ir a un sitio donde hubiese muchos españoles, así que habíamos preguntado antes y nos habían dicho que por Oxford Street y por Liecester Square (no nos imaginábamos la manada de españoles que íbamos a encontrarnos luego en cualquier rincón de Londres). De camino a Liecester Square íbamos con nuestra banderita y saludando a todos los españoles (e italianos) que nos encontrábamos por el camino. La gracia es que todos los no italianos querían que ganase España (indios, ingleses...). El gran triunfador de la noche, de hecho, fue mi rolón pintador de cara con la bandera española. En Picadilly Circus nos pararon unos niños indios para que les pintáramos la cara y acabamos pintándosela a media Londres.


Para entrar algún sitio nos vimos negras, ya pensábamos hasta que íbamos a perdernos el himno. Todos los pubs estaban a rebosar, con colas y, en la mayoría, hasta cobraban la entrada. Así que al final nos decidimos por uno que era gratis y donde sabíamos que había unas españolas a las que le habíamos pintado la cara. Fue muy gracioso con ellas porque por lo visto se habían encontrado con unos muchachos y le habían preguntado quién les había pintado la cara y les dijeron que unas muchachas. Y éramos nosotras.

El partido, ya os podéis imaginar. Rodeadas de españoles y de italianos y celebrando un 4-0. Lo genial fue al salir del pub para ir a celebrarlo a Picadilly. No os lo podéis imaginar. Miles de españoles celebrándolo y cantando nuestras canciones, con la bandera de España en el ángel, como si fuera la Cibeles. Un tio desnudo haciendo el molinillo. Cantando canciones como "Gibraltar Español" o "Sara Carbonero se folla a mi portero". Gente subida a las farolas y empezábamos a cantarles cosas como "Que se besen", a una rubia que subió "Rubia, coqueta, enséñanos las tetas", o a un indio "Apu, Apu, Apu". Tocando un cajón flamenco... Es que fue genial. Y tuve que llamar a mi hermano cuando nos pusimos a cantar el himno del Málaga. No me podía creer que aquello estuviera pasando en Picadilly Circus. Y los italianos muy amistosos: antes, durante y después. Aunque nosotros no queríamos mucho amigoseo y les cantábamos "italiano el que no bote".


A la vuelta, me tocaba viajito en Metro y caminata hasta la casa. Al salir, un muchacho me preguntó en español cómo habíamos quedado. Supuse que sería una broma, como ya nos habían hacho dos o tres veces durante la celebración, así que le dije que había ganado Italia. "Oh, al verte las banderitas tenía la esperanza de que hubiésemos ganado. Gracias" y se fue. Espero que haya leído las noticias hoy.

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