sábado, 21 de julio de 2012

Como ya os dije el otro día, ésta está siendo la semana de los planes frustrados. Ayer queríamos salir de fiesta por Brike Lane pero las dos estábamos malas. Yo, de hecho, el día de ayer me lo pasé prácticamente entero en la cama. No pegué ojo en toda la noche del dolor de garganta que tenía y por la mañana, Tamsyn me vio tan mala cara que me dijo que llevaría a los peques a la pelu por la mañana y por la tarde al parque de Herne Hill; así que sólo me pidió que si me importaba pasar la aspiradora.

Hoy me he levantado un poco mejor (ya he sobrevivido por segunda vez a una enfermedad) pero, aún así, he ido con Manon a una farmacia cuando he llegado a Oxford Street, donde habíamos quedado. Ha sido buenísimo, porque todos los medicamentos que se pueden comprar sin receta estaban a modo de supermercado-estanterías-carrito. Y la caja de Ibuprofeno a 40 céntimos y de Paracetamol a 16!!! Así que hemos comprado previsiones para lo que nos queda de estancia en Londres.

Lo primero que hemos hecho en Regents Park ha sido montarnos en las barquitas/hidropedales que hay en el lago. Hemos estado media horita y, cuando hemos acabado, ¡casi me caigo de la barca al bajarme y me han tenido que venir a rescatar! Os dejo unas fotitos para que veais el bonito paisaje y a nuestra compañera de barca.




Cuando terminamos de las barcas, justo teníamos tiempo de llegar al teatro al aire libre y comer algo allí. Dentro había unas mesitas rojas, así que nos comimos nuestros bocadillitos y nuestros tentempiés. Habíamos comprado las entradas más baratas (20 libras por persona) y estábamos un poco asustadas porque en la Web ponía que eran vistas restringidas, pero lo hemos visto genial. De hecho, justo las de abajo de nosotras valían 40.

La obra (Sueño de una noche de verano) no ha estado mal, pero nos ha sido súper difícil entenderla, la trama y los diálogos (pero Hugh me ha dicho que es difícil de entender incluso en tu mismo idioma). Era súper mística, fantasiosa y metafórica pero, sin embargo, en el final, los protagonistas han empezado a bailar Sexy and I know it en una boda, por la cara. Si Shakespeare levantara la cabeza... Pero bueno, el escenario estaba chulo, los vestuarios conseguidos y los actores eran buenos (excepto Dimitri, según Manon).

Cuando acabó la obra, Manon tenía que hacer baby sitting, así que yo me fui de tiendas. De mi tarjeta regalo de Primark he gastado 15 libras más en dos camisetas más informales y dos más arregladas. Después, haciendo la triquiñuela ferroviaria, me he ido al Poundland y me he comprado, a libra cada cosa, unos auriculares chulísimos que los altavocitos por fuera son chanclitas de la playa; un pack de 5 cuchillas para urgencias depilatorias (nunca viene mal tenerlas); un paquete de ocho paquetes de clinex de colorines; ¡un termómetro digital! (al paso que voy, volveré a necesitarlo); un cepillo del pelo nuevo, que el mío ya estaba para el arrastre; y una bolsa de seis paquetitos pequeños de patatas.

Mañana toca festival de música en torno al río Támesis, con intérpretes de todos los continentes del mundo. Ya os contaré qué tal ha ido porque, de momento, todas las cosas que hemos ido a ver referentes a las Olimpiadas nos han decepcionado mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario