miércoles, 18 de julio de 2012

Ésta está siendo la semana de los planes frustrados. Primero, el lunes fuimos a la piscina y nos la cerraban en 45 minutos y hoy íbamos a ir al Museo de las Ciencias, en el centro de Londres, y lo hemos tenido que aplazar porque los niños se han levantado muy penosos y llorando por tonterías. Así que, aprovechando que en ese momento no llovía, nos hemos ido al parque que tenemos al lado de casa: pelota, scooters, picnic y manta en mano.

Pero la mañana empezó movidita. Cuando estaba en la cocina preparando el desayuno a los peques, me llevé un susto de muerte (tranquilos, no había un ratón). Voy a abrir la nevera para sacar la leche y, en ese momento, pegó un explotido con una luz azul y toda la cocina se quedó sin luz. Se ve que ha explotado la luz de dentro de la nevera por lo que sea y saltaron los plomos; pero esos sustos alas siete de la mañana con dos niños pequeños no son saludables.

En el parque no han parado de pasarnos cosas. Llegamos y aparcamos nuestra manta en nuestro sitio de picnics, cerca del lago. Alannah iba a hacernos una actuación musical, pero Charlie se estaba aburriendo y me preguntó si podía echarle agua al lago con su cantinplora. El lago está separado de donde estábamos por una valla y, cuando me quise dar cuenta, ya había pasado lo que me temía: se le cayó la cantimplora al otro lado. Mi primera ida fue saltar y cogerla, pero me fue imposible; así que pensé en coger a alguno de los dos niños en brazos y pasarlos al otro lado; pero Alannah no se atrevía y Charlie me dijo que lo haría él. Me asusté mucho, porque el pequeño trozo de tierra que hay antes del lago está empinado, así que no le solté la mano a Charlie, pero hubo un momento en el que nos estábamos rozando con la punta delos dedos.

Entre otras de las anécdotas del día de parque, cuando vino un perro a donde estábamos sentados y me empezó a chupar la cara, o cuando Charlie se tumbó en el barro y se puso hasta las cejas. Lo mejor de eso es que después vienen a agarrarse a mí, a darme abracitos, a jugar conmigo... y me ponen la ropa asquerosa para todo el día. Después, en el playground, también hubo anécdota. Mientras estaba empujando el columpio de Alannah, Charlie se fue a jugar a una rueda que da vueltas ¡y tuve que salir dos veces corriendo para separarlos de los niños! Primero, él pegándole un empujón a un niño, y después era un niño el que le estaba tirando de los pelos a él.

Empezó a llover, así que cogimos el camino para casa, pero cuando estaban jugando en el tronco de todos los días (ya sabéis su ritual) llegó Emilly, la niña que se suponía que yo iba a cuidar esta tarde, y le dijo a la madre que se quería quedar jugando con nosotros. El juego era chulísimo, yo era una especie de bruja y me metían en la cárcel (detrás de unas rejas), pero todos teníamos varitas mágicas. En una de estas, Alannah medijo "Ana, accidentaly, I've done some wee-wee in my pants" (Ana, accidentalmente, me he hecho un poco de pipí en mis braguitas); así que la puse corriendo a hacer pipí detrás de unos árboles. Pero, casualmente, en ese momento también Charlie y Emilly se estaban haciendo pipí. A Charlie lo puse sin problema, pero con Emilly no me atrevía sin saber qué pensaría su madre, pero al final, como no podía vernos, la puse para hacer pipí, pero no salió ni una gota. "You didn't need it!" (¡No tenías ganas!), le dijo Alannah, y ella contestó con mucha gracia "Yes, I did, but sometimes my wee-wee is silly and don't go out" (Sí tenía, pero a veces mi pipí es tonto y no sale).

Por la tarde he estado de nuevo en el gym y estoy progresando mucho. Biceps, en vez de con un kilo, lo he hecho con 1,5; con pecho, que el primer día no podía ni loca, ya me he hecho mis cien con 5 kilos; y de culete, empecé haciendo cien con 15 kilos y luego me hice cincuenta más con 25. No obstante, hoy he hecho el tonto en el gimnasio. Desde ayer, para entrar a determinadas áreas, tengo que pasar la tarjeta del gimnasio para que se abran las puertas. No obstante, para no cargar con la tarjeta en las máquinas, me la dejé en la taquilla y ¡oh, no!, cuando iba a irme, la puerta de los vestuarios estaba cerrada con mi tarjeta y mis cosas dentro. No me quedaba más remedio que esperar a que llegara cualquier persona a abrirme...

De camino a casa estaba lloviendo, pero yo creo que ya estoy acostumbrada a que me caiga la lluvia encima (siempre que no sea en fin de semana). No obstante, hoy tengo de nuevo dolor de garganta; así que a ver si no me destroza el fin de semana...

¡Buenas noches a todos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario