martes, 31 de julio de 2012

Hoy ha sido un día muy raro. Para empezar, no me ha sonado el despertador. Alannah siempre me coge el móvil y no sé cómo lo ha hecho, pero ha aprendido a meterse en el reloj y en el calendario y siempre está poniéndome alarmas raras y, como hoy, quitándomela. Por suerte, tengo mi propio despertador interno y me he despertado sólo diez minutos más tarde.

Tamsyn tenía que llevar el coche al taller, así que me quedé con los niños en casa viendo la tele, vistiéndolos, jugando... Creo que ayer no lo conté, pero aprovecho para hacerlo ahora ya que ha vuelto a hacerlo de nuevo. Cuando necesita hacer caca, lo siento en el retrete y no sé si es que ha aprendido a echarse para adelante o que no controla aún mucho, pero por segunda vez se ha hecho todo el pipí fuera. Y venga a limpiar el suelo y venga a cambiarle de ropa.

Cuando Tamsyn llegó, tenían clases de francés. Hoy ha venido la profesora a casa, porque se ve que son clases particulares, y también ha estado Alexander (el nuevo amigo vecino). Cuando acabaron las clases de francés, la au pair de Alexander vino a recogerlo, pero en vez de eso, nos dejó aquí en casa también a la niña. A la media hora vino a por ellos para que almorzaran y luego los volvió a traer de nuevo. La gracia es que Tamsyn tenía que ir de nuevo al taller y yo, como no había trabajado mucho en toda la mañana y quería ir luego al gimnasio sin sentirme mal, me había ofrecido para planchar. Así que allí estaba yo, planchando con cuatro niños mientras veíamos Toy Story 2.

Por supuesto, no se han portado bien. Charlie que se levantó del sofá y la niña se sentó en su sitio, se tiró media hora queriéndola echar y diciéndole que le devolviera su sitio. Menos mal que al final se me ocurrió decirle a Annabel que si quería sentarse en la sillita especial de las princesas, que cuando te sientas se tira pedos. Al poco rato de haberlo conseguido, me dijo que necesitaba hacer pipí, pero cuando miré al suelo, ya era demasiado tarde. Así que súbela corriendo al baño a que termine de hacer pipí, quítale la ropa, busca algo de Alannah que no se le caiga (tiene dos años) y limpia el salón.

Su au pair llegó justo cuando acababa la peli. Alannah, por supuesto, no estaba dispuesta a que Alexander se fuera sin más, así que quería ir a su casa a jugar. Yo le dije que tenía que esperar a su madre, porque se suponía que Hugh los recogería para llevarlos a ver las pantallas gigantes de las olimpiadas, así que empezó el drama. Y llorar y llorar... Encima la otra no paraba de ponerse de su parte y más subidita se ponía, y más me hacía sentir como un ogro. Ya me pasó cuando fuimos a ver la antorcha y Alannah estaba llorando porque se quería sentar en el asiento de delante del carro, donde estaba Charlie. No sé por qué no se mete en sus asuntos, ni que ella la quisiera más que yo,pero si le digo que no a algo, tendré mis motivos. Los niños no pueden conseguir todo lo que quieren llorando. Total, que no me cae bien y encima estoy celosa, porque el jueves, cuando Tamsyn y Hugh se vayan a ver el Volley y me quede sola con los tres peques, ella vendrá un par de horas a echarme una mano.

Total, que al final se llevó a Annabel, pero por algún motivo, me siguió dejando aquí en casa a Alexander. Los niños se fueron a jugar arriba mientras yo planchaba y no tardé mucho en escuchar a Charlie llorar. Alannah y Alexander no querían jugar con él (Alannah suele hacerlo cuando hay más gente) y lo dejaron en la habitación de Alannah, cerraron la puerta y se fueron. Les regañé mucho, especialmente a Alannah, que es  la que está bajo mi responsabilidad; y ya tenía a los dos llorando. Me inventé un juego y me fui a apagar la plancha. Se veía venir que me quedaba tarde para rato. Cuando la au pair vino de nuevo a recoger a Alexander, volvieron los lloros de Alannah por irse a su casa, de Charlie por caerse al suelo, de Alannah por querer jugar al iPad de su padre... Y cuando le dije que le iba a contar a su madre que se había portado mal,  más llantos aún. Así que acabamos abrazadas, dándonos besitos, pidiéndome perdón y diciéndonos que nos queremos.

Afortunadamente, Tamsyn no tardó mucho más en llegar y, cuando lo hizo, los niños estaban contentos y felices, mientras les ponía unos cuantos cereales sin leche. Le dije que no había podido planchar mucho, que con cuatro niños me había sido imposible y me dijo que estaba muy enfadada con Morgan (la otra niñera) por haberme dejado todo el día a mí con los niños, cuando es su responsabilidad y no la mía. ¡Sí! Volvía a ser su au pair favorita. Pero cuando terminé de todo esto era ya un poco tarde y no me apetecía ir al gimnasio ni nada. Así que hoy ni siquiera he salido de casa.

Y nada, por la noche he estado practicando a darle el biberón a Ruairi de cara al jueves. No sé qué le pasaba hoy conmigo que era cogerlo en brazos y llorar como un descosido. Era imposible darle el biberón y, cuando se calmó, se quedó dormidito en mis brazos. Cuando volvió a despertarse, volví a hacer un nuevo intento, y ya empezó a tomarse algo. Ha sido una sensación maravillosa verlo comer de mi biberón mientras se quedaba dormidito. Aunque al final resulta que apenas se ha tomado nada, pero bueno, también su madre le acababa prácticamente de dar el pecho. Mañana tocará el siguiente nivel: aprender a cambiarle los pañales. Le estoy temiendo, porque es de los que se llenan hasta el cogote.

En mi tiempo libre de hoy he empezado a hacer el cuento. Os enseño los dos primeros dibujos que he hecho, a ver qué os parecen. ¡Me quedan 18 más!



Buenas noches y ¡felicidades a mi primo Ignacio por su santo!

1 comentario:

  1. Hola, que chulos te han quedado los dibujos :)
    Sobre los pañales el primero es horrible luego ya te acostumbras y para no encontrartelo pringado hasta el cogote si huele un poquillo mirale el paquete jaja no dudes y luego si ves que hace algun esfuerzo sobre humano tambien jajaa

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