domingo, 15 de julio de 2012

Ya se está haciendo costumbre esto de dejar mis historietas del fin de semana para el domingo. Como siempre, empezaré por el principio. El sábado el día amaneció horrible de lluvia. Manon y yo habíamos quedado en Westminster para montarnos en el London Eye, por lo que era el momento perfecto para hacer mi triquiñuela en el trayecto. Realmente, lo dudé un poco, porque estaba lloviendo mucho y tenía que salir de la estación para llegar a la de Metro y, por mucho paraguas que llevase, Londres era una completa piscina. Lo que al final me ayudó a decantarme es que en mi mismo vagón iba la prima de Tamsyn y se hizo la disimulada para no saludarme (¡sabía que era una falsa!), así que la situación me resultaba un poco incómoda. Cuando llegué a la estación de Metro, resulta que justo esa línea (la azul, Victoria line) iba a estar cerrada todo el día. Así que vuelve a la estación de tren, ponte de nuevo chorreando, espera a que llegue el siguiente y aguanta las colas una vez en Victoria porque todo el mundo que tenía pensado subirse en la línea azul se está acoplando en las otras como puede.

Pero por fin me reencontré con Manon y fuimos a comprar los tickets para subirnos en el London Eye (la noria): 18,80 libracas cada una. Sinceramente, no lo recomendaría. Es simplemente un habitáculo donde van unas 20 personas de pie para acá y para allá viendo las vistas de Londres. Para los más asustones, no se nota nada que se está moviendo; para los menos asustones, eso es un rollazo. Nosotras, además, tuvimos la suerte de que estaba lloviendo y las nubes y la lluvia nos tapaban las vistas. Lo único más chuli es que sólo hay un habitáculo naranja y nos tocó a nosotras.




Después del London Eye, con la entrada, teníamos derecho a entrar a una experiencia 4D; pero no sabemos si es que era muy mala, si es que estábamos en mal sitio, si es que ya hemos visto tantas que ya nada nos sorprende o todo junto. Pero no nos gustó nada. Después, llegó el momento del almuerzo en China Town. En un restaurante buffet que yo había visto con mis padres y que tenía buena pinta, y la verdad es que creo que repetiré cuando me quede sola en septiembre.

Y, después de comer, llegó la segunda decepción del día: el Big Dance (el baile grande). Llevábamos semanas esperándolo. Lo anunciaban como un gran espectáculo, donde más de mil bailarines harían una coreografía conjunta en Trafalgar Square. Empezaba a las tres, pero a las dos y media ya era difícil hacerse hueco. Cuando estábamos viendo los ensayos, queríamos pensar que cada uno estaba ensayando a su bola, pero no. La lluvia hizo que lo pospusieran una hora y aprovechamos para tomar algo calentito en un Starbucks. El baile, al final, resultó ser una música indanzable, con gente de todas edades y sexo haciendo representaciones descoordinadas de deportes y unos pasitos sencillos todos juntos al final. Hubo un momento en el que nos dieron hasta pena, porque nadie aplaudía (incluidas nosotras), pero es que iban así de descoordinados.

 

Justo después, fuimos paseando hasta Primark porque Manon quería comprarse unas zapatillas (milagrosamente yo, a pesar de tener mi tarjeta regalo, me fui de vacío). Como aún era temprano y no nos apetecía volver a casa, nos compramos unas piñas coladas en el M&S y nos fuimos a tomárnoslas en unas mesitas de Hyde Park, desde donde escuchábamos a Bruce Springsteen en directo. Allí conocimos a un grupo de españolas y a unos estonios con los que nos echamos unas risas; pero la lluvia, una vez más, nos aguó la fiesta.

El plan de hoy ha sido bastante diferente: hemos ido a visitar Oxford (el pueblo, en la calle estamos todo el día). Es muy bonito, pero pequeño y muy muy similar. En un par de horas o tres ya lo habíamos visto todo, porque tampoco hemos pagado entrada para entrar en ningún sitio (en su mayoría, universidades), de hecho, hasta nos volvimos un par de horas antes de lo que teníamos previsto. Os dejo fotos para que os hagáis una idea:






Una de las cosas que más nos han gustado ha sido un pub con mucho encanto y con un montón de terracitas que hemos encontrado siguiendo un callejón súper estrecho. Manon se ha pedido una pinta, yo lo que ya se ha convertido en mi bebida londinense; Pimm's.

Y, en general, eso ha sido todo. Mañana os vendré con más anécdotas de niños. Aunque no he visto ningún planning ni he hablado con Tamsyn porque está en casa una amiga de cuando vivían en Bermuda (visita, qué raro); así que no tengo ni idea de lo que me deparará esta semana... ¡Buenas noches!

1 comentario:

  1. Es que al London eye hay que subirse un día soleado...si os montáis con el tiempo del sábado habéis gastado el dinero tontamente...es mi opinión,yo me subí un día soleado y era espectacular!

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