lunes, 23 de julio de 2012

Como ya os dije un par de veces, la semana pasada fue la de los planes frustrados. El domingo (llegué muy cansada para escribir) era el gran festival de Londres alrededor del Támesis. Escenarios para Asia, Europa, Oceanía, África y América. Los esperábamos desde hacía mucho tiempo. Antes de ir, miramos en la Web para informarnos y decían que si querías asegurarte un sitio, que compraras una entrada por 3 libras (la entrada era gratuita), pero para Europa y América ya estaban agotadas, así que no lo hicimos.

Nuestra primera parada fue en el escenario de Europa, en Trafalgar Square. El plan era estar allí hasta mediodía, comer algo rápido, ir a Tower of London (donde estaba el escenario de América), hacer una merienda cena en mi pub preferido, estar en el festival hasta que cerraran a las nueve y ver el Tower Bridge de noche, que Manon aún no lo ha visto. Además, a mí me venía bien porque sólo tenía que gastar dos viajes de tren: un metro para Tower of London y el tren que se coge desde allí y me deja en casa. Era perfecto, porque tenía el dinero justo en mi Oyster.

En Trafalgar Square entramos sin problemas, pero cuando vimos el tipo de música, nos decepcionamos un poco. Jazz, violines, un grupillo roquerillo que cantaba "Migrañaaaa, que me engañaaa" (pero los guiris no lo entendían), una muchacha que nos gustó que tocaba la guitarra y cantaba... Hasta el grupo de clausura (voy a adelantar acontecimientos) eran de música clásica y tenían un muchacho que tocaba la pandereta muy concentrado y que se parecía a Pablo Alborán. Pero los guiris lo flipaban. Definitivamente, los ingleses no saben hacer una fiesta.

A mediodía, una guiri que estaba acompañando a su hijo destrangis se hizo amiga de conveniencias nuestra. Realmente, sólo quería enterarse de si habíamos entrado sin tickets porque ella había sido un poco pringada y los había comprado. Pero al final nos convenció y nos echó, y nos fuimos camino a las Américas, a bailar salsa. Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que la entrada era obligatoria y que en Trafalgar Square empezarían a pedir los tickets en 15 minutos. Cógete el metro corriendo otra vez y vuelve a Trafalgar a probar suerte (¿Lleváis la cuenta? Sólo me quedaba para dos viajes de metro/tren).Afortunadamente, nos dejaron pasar y nos dijeron que estaría abierto gratis durante todo el día.

Entre las anécdotas del día, puede estar el de la limpiadora buena gente que nos vio coger agua de los lavabos y nos dijo que no era potable y nos abrió la puerta de los empleados para que cogiéramos. El de una negra personaje que estaba sola y bailaba super motivada y todo Trafalgar Square pendiente de ella (estaba justo a nuestro lado, que me tiró unos cuantos besos) y todo borracho que se ponía a bailar con ella,  salía con el reconocimiento médico en sus partes nobles; o una de las porteras que, entre tanta gente que éramos, ya nos conocía a Manon y a mí de entrar y salir tanto.

En una de estas, salimos para comprarnos un tintito de verano,así que escondimos bien la botella de tinto (que la llevaba Manon) y yo llevaba la Casera. Ahí fue cuando me enteré que me conocía. Manon ya había pasado el control sin que le vieran la botella y a mí me dijo que podía pasar sin abrir el bolso, que ya me conocía y yo, que soy más buena que el pan le dije "no, pero mira mira" y le abrí la bolsa. ¡Y coge y me dice que la botella de Casera no puede pasar, que es demasiado grande! Así que Manon y yo nos salimos y empezamos a poner toda la Casera en vasos de plástico para entrarlos. La tia no se podía creer nuestro empeño por una Casera. "Oh, girls! Yesterday was Saturday night, isn't it?" (¡Oh, chicas! Ayer fue sábado por la noche, ¿no es eso?). Se creía que estábamos súper resacosas.




(La negra de atrás es la de los bailes).

A la hora de irnos, cuando pasé mi Oyster por el torno del Metro, no tenía dinero suficiente. Fui corriendo a recargarla, pero ninguna de las dos máquinas aceptaba billetes (no entiendo las manías de los ingleses). Así que no sabía que hacer. Manon, que ya estaba dentro, me tentó y, en una de estas que no miraba el guardia,  me dijo que cogiera su Travel Card. Cuando la fui a pasar, evidentemente, daba fallo. Se la enseñé al guardia con cara de no sé qué puede estar pasando y me abrió. Bien, ya estaba dentro; pero ahora cómo salía. Además, Manon se bajaría antes que yo. Me pasé todo el viaje preocupada y, al final, a última hora, me acordé de que esa estación con mis padres nos habíamos equivocado metiéndonos en los trenes cuando lo que queríamos era coger un Metro. Y nos abrieron. Así que me esperé a ver si había mucha gente y era imposible que se quedaran con las caras. Y lo era. Por lo que puse mi mejor acento de extranjera y carita de perro degollado y le dije que me había equivocado. No está mal saber que me puedo ganarla vida como ladrona...

Y el día de hoy con los niños, genial. Nos lo hemos pasado bomba. A los cinco segundos de sonarme el despertador, ya estaban los niños entrando en mi habitación (es sólo la segunda vez que lo hacen). Me dieron mi besito de buenos días y Alannah se fue corriendo a colgarse mi bolso. Le dije a Charlie que si él quería el amarillo y ahí que estaban los don tan felices. Aunque Charlie no paraba de preguntarme "Ana, can I have some breakfast?" (Ana, ¿puedo desayunar?) y cuando le decía que sí, como seguía en la cama jugando con Alannah me decía "Ana, the kitchen is downstairs" (Ana, la cocina está en la planta de abajo).

Como hoy ha hecho un día genial, me moría de ganas por repetir en la paddling pool (la especie de piscinita con fuentes y arena a la que fui un día con Charlie). Estaba llenísima. De verdad que nos lo hemos pasado bomba poniéndonos chorreando, corriendo, salpicándonos... Pero en un momento en el que nos fuimos a hacer castillitos de arena, Alannah ya se puso a llorar. Primero, porque se me rompió uno y ya no quería jugar conmigo y luego, porque se quedó ella sola intentándolo y no sabía hacerlos. Así que tuve que consolarla diciéndole que nadie sabe hacer castillos de arena que no se rompan, pero que lo más divertido es romperlos. No obstante, ya se quería ir antes que Charlie, ya se quería sentar e el carro... Mira que ya la quiero y que pongo todo de mi parte, pero con ella siempre es todo un poco más difícil. Por cierto, tengo una foto de Charlie sin camiseta, con sus gafas de sol y su gorrito y hablando con su móvil de juguete que está para comérselo.

Pero Alannah es también muy graciosa. Hoy me he reído mucho porque íbamos por la calle y había una ancianita y me dice "Look Ana! She is so young! How old do you think that she is?" (¡Mira Ana, qué joven es! ¿Cuántos años crees que puede tener?). Me quedé helada, porque no creo que ella aún pueda entender la ironía. Le pregunté cuántos pensaba ella que podía tener y me dijo que 20. "Twenty?! Do you think that she is younger than me?!" (¡¿20?! ¿Crees que ella es más joven que yo?); "Yes" (Sí); "Why?!" (¡¿Por qué?!); "because you are taller than her" (porque tú eres más alta que ella). Así que tuve  que explicarle que la edad no sólo depende de la estatura, que hay gente más alta que otra y que si estuviéramos creciendo para siempre, llegaríamos al cielo. Y le he dicho que cuando tenga quince años ya no va a crecer más (jaja, rencor hacia la vida que me ha tocado vivir).

Y nada, la tarde casi toda de descanso. Charlie se quedó dormido en el carro, algo a lo que temo, porque tiene unos despertares de carro malísimos, pero no me tocó a mí. Y en mi tiempo libre he aprovechado para descansar del fin de semana, con una siesta de dos horas. Pero sigo teniendo sueño, así que ¡buenas noches!

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