martes, 31 de julio de 2012

Hoy ha sido un día muy raro. Para empezar, no me ha sonado el despertador. Alannah siempre me coge el móvil y no sé cómo lo ha hecho, pero ha aprendido a meterse en el reloj y en el calendario y siempre está poniéndome alarmas raras y, como hoy, quitándomela. Por suerte, tengo mi propio despertador interno y me he despertado sólo diez minutos más tarde.

Tamsyn tenía que llevar el coche al taller, así que me quedé con los niños en casa viendo la tele, vistiéndolos, jugando... Creo que ayer no lo conté, pero aprovecho para hacerlo ahora ya que ha vuelto a hacerlo de nuevo. Cuando necesita hacer caca, lo siento en el retrete y no sé si es que ha aprendido a echarse para adelante o que no controla aún mucho, pero por segunda vez se ha hecho todo el pipí fuera. Y venga a limpiar el suelo y venga a cambiarle de ropa.

Cuando Tamsyn llegó, tenían clases de francés. Hoy ha venido la profesora a casa, porque se ve que son clases particulares, y también ha estado Alexander (el nuevo amigo vecino). Cuando acabaron las clases de francés, la au pair de Alexander vino a recogerlo, pero en vez de eso, nos dejó aquí en casa también a la niña. A la media hora vino a por ellos para que almorzaran y luego los volvió a traer de nuevo. La gracia es que Tamsyn tenía que ir de nuevo al taller y yo, como no había trabajado mucho en toda la mañana y quería ir luego al gimnasio sin sentirme mal, me había ofrecido para planchar. Así que allí estaba yo, planchando con cuatro niños mientras veíamos Toy Story 2.

Por supuesto, no se han portado bien. Charlie que se levantó del sofá y la niña se sentó en su sitio, se tiró media hora queriéndola echar y diciéndole que le devolviera su sitio. Menos mal que al final se me ocurrió decirle a Annabel que si quería sentarse en la sillita especial de las princesas, que cuando te sientas se tira pedos. Al poco rato de haberlo conseguido, me dijo que necesitaba hacer pipí, pero cuando miré al suelo, ya era demasiado tarde. Así que súbela corriendo al baño a que termine de hacer pipí, quítale la ropa, busca algo de Alannah que no se le caiga (tiene dos años) y limpia el salón.

Su au pair llegó justo cuando acababa la peli. Alannah, por supuesto, no estaba dispuesta a que Alexander se fuera sin más, así que quería ir a su casa a jugar. Yo le dije que tenía que esperar a su madre, porque se suponía que Hugh los recogería para llevarlos a ver las pantallas gigantes de las olimpiadas, así que empezó el drama. Y llorar y llorar... Encima la otra no paraba de ponerse de su parte y más subidita se ponía, y más me hacía sentir como un ogro. Ya me pasó cuando fuimos a ver la antorcha y Alannah estaba llorando porque se quería sentar en el asiento de delante del carro, donde estaba Charlie. No sé por qué no se mete en sus asuntos, ni que ella la quisiera más que yo,pero si le digo que no a algo, tendré mis motivos. Los niños no pueden conseguir todo lo que quieren llorando. Total, que no me cae bien y encima estoy celosa, porque el jueves, cuando Tamsyn y Hugh se vayan a ver el Volley y me quede sola con los tres peques, ella vendrá un par de horas a echarme una mano.

Total, que al final se llevó a Annabel, pero por algún motivo, me siguió dejando aquí en casa a Alexander. Los niños se fueron a jugar arriba mientras yo planchaba y no tardé mucho en escuchar a Charlie llorar. Alannah y Alexander no querían jugar con él (Alannah suele hacerlo cuando hay más gente) y lo dejaron en la habitación de Alannah, cerraron la puerta y se fueron. Les regañé mucho, especialmente a Alannah, que es  la que está bajo mi responsabilidad; y ya tenía a los dos llorando. Me inventé un juego y me fui a apagar la plancha. Se veía venir que me quedaba tarde para rato. Cuando la au pair vino de nuevo a recoger a Alexander, volvieron los lloros de Alannah por irse a su casa, de Charlie por caerse al suelo, de Alannah por querer jugar al iPad de su padre... Y cuando le dije que le iba a contar a su madre que se había portado mal,  más llantos aún. Así que acabamos abrazadas, dándonos besitos, pidiéndome perdón y diciéndonos que nos queremos.

Afortunadamente, Tamsyn no tardó mucho más en llegar y, cuando lo hizo, los niños estaban contentos y felices, mientras les ponía unos cuantos cereales sin leche. Le dije que no había podido planchar mucho, que con cuatro niños me había sido imposible y me dijo que estaba muy enfadada con Morgan (la otra niñera) por haberme dejado todo el día a mí con los niños, cuando es su responsabilidad y no la mía. ¡Sí! Volvía a ser su au pair favorita. Pero cuando terminé de todo esto era ya un poco tarde y no me apetecía ir al gimnasio ni nada. Así que hoy ni siquiera he salido de casa.

Y nada, por la noche he estado practicando a darle el biberón a Ruairi de cara al jueves. No sé qué le pasaba hoy conmigo que era cogerlo en brazos y llorar como un descosido. Era imposible darle el biberón y, cuando se calmó, se quedó dormidito en mis brazos. Cuando volvió a despertarse, volví a hacer un nuevo intento, y ya empezó a tomarse algo. Ha sido una sensación maravillosa verlo comer de mi biberón mientras se quedaba dormidito. Aunque al final resulta que apenas se ha tomado nada, pero bueno, también su madre le acababa prácticamente de dar el pecho. Mañana tocará el siguiente nivel: aprender a cambiarle los pañales. Le estoy temiendo, porque es de los que se llenan hasta el cogote.

En mi tiempo libre de hoy he empezado a hacer el cuento. Os enseño los dos primeros dibujos que he hecho, a ver qué os parecen. ¡Me quedan 18 más!



Buenas noches y ¡felicidades a mi primo Ignacio por su santo!

lunes, 30 de julio de 2012

Desde luego, que esta es la casa con más visitas que he visto nunca. No sé si ayer os comenté que estaban en casa unos amigos de Hugh y Tamsyn con sus tres hijos; pues se quedaron a dormir. Cuando esta mañana me levanté, estaban los cuatro niños (los bebés no) solos en el salón viendo la tele y les pregunté si querían desayunar. Por supuesto, Alannah y Charlie querían, pero los otros dos ni me contestaron. Yo no sabía qué hacer, porque lo que suelo hacer es apagar la tele mientras desayunan, pero hoy había dos niños nuevos fuera de mi incumbencia; así que ni para ti ni para mí: le di a pausa. Acto seguido, empezó a llorar uno y después el otro. Alannah y Charlie los miraban asombrados sin entender qué pasaba (qué diferentes se ven los toros detrás de la barrera) y, cuando bajó el padre de los niños preguntándoles qué les pasaba, Charlie se lo explicó: "they are crying and asking for their mummy" (Están llorando y preguntando por su madre). Por suerte, no tardaron en irse.

Por la mañana, estuve con Charlie y Alannah en el parque de Herne Hill. Como siempre, no han parado de llorar. Que si alguien les había dado con la pelota en la cabeza, que si se habían caído, que si no se querían ir, que si querían sentarse delante en el carro... Pero en una de estas, he temido por la vida de Charlie. Estaba montado con una niña desconocida en el subibaja y yo estaba a su lado subiéndolos y bajándolos y él, cuando se cansó, en vez de decirme que quería parar, saltó desde arriba. Por suerte, me di cuenta y lo frené un poco, porque fue a parar al suelo directamente con la cabeza. Por supuesto, lloró muchísimo, pero el pobre ahí tenía motivos.

En mi tiempo libre, esta tarde he ido a Brixton para comprarme unas Converse blancas que llevo queriendo desde que llegué a Londres, pero no había de mi talla. De todos modos, he aprovechado para darme un paseo y para comprarle a los niños en el Poundland (todo a un pound) un cubito con palas, rastrillos y animalitos marinos para hacer en la arena. Charlie lo flipa jugando en la arena, pero siempre le quita a los niños sus juguetes y tengo que ir buscando a las dueñas para pedirle permiso o dando explicaciones a las madres que vienen a preguntarme si es nuestro.

Y a mi regreso, un poco lo de siempre: baño, cena... Aunque también Charlie ha sido protagonista (hoy los astros se han unido para que le pasara algo). En una de estas, saltó en la bañera y se cayó de culete y se ha hecho una raja que le ocupa todo el cachete (no sabemos con qué, sólo había juguetes en el agua). Pero, sorprendentemente, apenas ha llorado. También, porque afortunadamente no podía verse la sangre. Y ya hemos estado bromeando con que Tamsyn le podría una tirita en el culo y se ha sentido como un héroe con sus heridas de guerra.

Otra de las cosas anecdóticas del día de hoy es que Tamsyn me ha pedido que le dé el biberón a Ruairi por la noche, para ver si se lo toma bien de cara al jueves, que me quedaré a solas con él y los niños. No se lo ha tomado bien. Lloraba porque tenía hambre, pero no se tomaba el biberón. Por suerte, cuando Tamsyn lo ha intentado, tampoco con ella quería y ha acabado dándole el pecho. Digo con suerte porque así no me he sentido culpable, pero veremos a ver qué pasa el jueves cuando se lo tenga que dar por narices.

Y sobre las Olimpiadas, hoy poco. Lo más que puedo contaros es que hemos estado viendo la natación en la tele cuando ha llegado Hugh y que ha sido muy divertido porque los niños y yo nos pedíamos cada uno un número de nadador y a ver quién ganaba. Lo cual, también nos ha costado lágrimas, porque Charlie iba todo el rato ganando y al final ni se ha clasificado para la final. Estos niños...

domingo, 29 de julio de 2012


Se terminó el verano en Londres y se terminó mi primer fin de semana olímpico. El plan esta vez era sencillo, porque Manon tenía que trabajar el sábado por la noche y todo el domingo, así que esta vez sería yo la que iría a su pueblo para ver el ciclismo y luego me quedaría a dormir en su casa. El problema era que tenía que utilizar el transporte público para llegar hasta allí y en Londres llevaban mucho tiempo avisando de que, durante las Olimpiadas, las personas con tickets para algún deporte tendrían prioridad y que el resto previéramos grandes retrasos. Así que me levanté temprano y me fui con tiempo de sobra.

En mi estación probé suerte a ver si podía comprar directamente allí los tickets hacia Leatherhead, pero la vendedora no me lo puso nada fácil (os traduzco directamente la conversación, porque es un poco larga). "Perdone, ¿puedo comprar aquí el billete para viajar de Victoria a Leatherhead?", "Sí, pero desde esta estación no puedes viajar hasta allí, tienes que ir a Victoria", "Sí, ya lo sé, tengo mi tarjeta Oyster para ir a Victoria, sólo necesito el billete para Leatherhead", "Pero a Leatherhead no puedes viajar con la Oyster, son cosas diferentes", "Lo sé, por eso necesito un billete... (silencio) pero imagino que en Victoria habrá muchas colas y por eso quería saber si lo puedo comprar aquí", "Vale, pero no compres billete para ir a Victoria, te va a salir más barato ir con la Oyster". Y se quedó tan pancha. Pero bueno, al menos me dio mi billete.

Al final fue una tontería lo de ir con tanto tiempo de sobra, porque tuve incluso menos problemas que en días anteriores. Cuando me encontré con Manon me dijo que era mejor que fuésemos una parada más, porque allí no llegarían los ciclistas hasta más tarde. Y, como ya estábamos dentro, nos metimos en el tren sin pagar.  Pero con las Olimpiadas está todo muy controlado y en las estaciones donde no hay tornos, se ponen guardias a pedir los tickets y a vendérselos a quien no tiene.

Primero los vimos pasar desde ahí en primera fila, pero apenas nos dio tiempo a reaccionar, así que cuando pasaron todos nos fuimos a donde más tarde harían un circuito y darían varias vueltas de unos veinte minutos. El camino andando hasta allí tardó una media hora y cuando llegamos, estaba tan lleno de gente que no pudimos ver nada. Pero seguimos caminando más adelante y cada vez el sitio para verlos era mejor, por lo que seguimos andando más y más. Al final, estábamos tan lejos de la estación de tren que tuvimos que andar más de una hora para encontrar la siguiente más cercana, pero pudimos tomar fotos como estas (tenemos muchas más, ¡y son sin zoom!).





Esta última os la enseño para que veáis el ambiente que había. Estaba lleno de ciclistas aficionados con trajes  marking-packing apuntando para todos lados (horror).

Cuando por fin llegamos a la estación de tren, nos fuimos a Guilford a comer algo y a echar la tarde. El restaurante elegido para comer fue un Tu! Sushi, no sé si sabéis lo que es. Es un restaurante de sushi donde te sientas y la comida va pasando por todas las mesas en una especie de cinta corredora (como la de las cajas de los supermercados) y tú vas cogiendo lo que te apetezca. Los platos son de diferentes colores y según el color, así es el precio. Además de eso, en cada mesa había grifitos de agua y un botón de ayuda para cuando necesitaras llamar a un camarero. Cuando lo pulsabas, se paraba la música del restaurante, empezaba a hablar tu mesa en japonés y se encendía una luz hortera.

Íbamos muy bien, eligiendo los platos con buena pinta de entre los más baratos, hasta que vimos tres trocitos de pescado frito en un plato amarillo. ¡El amarillo no salía en la lista de precios! Así que entre el agobio de que se nos iba el plato, lo cogimos por si acaso y después decidimos comérnoslo porque "total, por muy caro que sea...". Seis libras. Tres trocitos de pescado, seis libras. Y encima con mayonesa de wasabi, que eso estaba asqueroso. Después no parábamos de ver platos amarillos y de los más caros pero más barato que ese con mucha mejor pinta y más grande, pero ya era demasiado tarde para escupir.

Después nos fuimos de compras y estuvimos tomándonos un helado del McDonalls, pero a las seis nos cerraron y ya no había nada más que hacer, así que fuimos al Tesco a comprar unas pizzas para la noche y nos cogimos el tren para casa de Manon, o para el bosque en el que vive. Los padres se iban a encargar de acostar a los nños, así que podíamos estar en la casa a nuestras anchas, a la expectativa de si alguno de los dos lloraba. Que no fue el caso. Así que estuvimos comiendo, charlando, viendo vestidos en el ordenador... Pero no nos acostamos muy tarde. De hecho, creo que ha sido el día que más he dormido de seguido desde que llegué a Londres (incluso en mis regresos a España), porque Manon no tenía que trabajar hasta las 11:30 y aprovechamos.

El día de hoy amaneció con un tormentazo impresionante y con un día de los más lluviosos que he visto desde que llegué. Manon tenía que trabajar una hora y media y luego vendrían los abuelos de los niños un par de horitas para que ella pudiera descansar, así que la esperé en su habitación con el ordenador y luego nos fuimos a dar una vuelta a ver qué podíamos comer, pero era todo bosque. Cuando llegamos a la "zona comercial", como decía ella de broma, entramos al único restaurante que había: un chino. Fue muy gracioso, porque era gigante, tenía seis o siete trabajadores y estaba vacío, así que todos para atendernos a nosotras. Lo mejor fue el momento en el que vino una china a ponernos las servilletas en las rodillas. ¡Ah! Y una china que estaba enfadada en algún lugar del restaurante y gritaba en chino.

El camino de vuelta a casa era caro, largo y tenía varias opciones. Al final me decanté por lo menos caro. Me cogí un tren hasta Clapham Juction y desde allí me saldría y me cogería el 37, que me deja en la puerta de mi casa. Nunca había estado en esa zona, pero sabía que el 37 pasaba por allí. Así que cuando salí de la estación de tren no tenía ni idea de a dónde ir a coger el autobús, pero lo encontré. Al final, entre esperar veinte minutos al tren, unos cuarenta de trayecto, encuentra la estación de autobuses, espera el autobús, unos veinte minutos de trayecto... pues cerca de dos horas para llegar a casa.

Aquí,por supuesto, estaban unos amigos de Tamsyn y de Hugh; esta vez, con sus respectivos hijos. Pero yo me fui al gym a machacarme un poco. Esta vez, además de todo, he descubierto una máquina para hacer interiores de piernas. Después del gimnasio, hice algo que no suelo hacer en mi casa (algo tendría que tener a mi favor; siempre son cosas las que no puedo hacer aquí, como pasarme todo el día en pijama o salir en braguitas de la ducha): me di un baño de los calentitos, largos y agua hasta arriba. Lista para empezar una nueva semana.

viernes, 27 de julio de 2012

Aquí estoy, sola, viendo la ceremonia de los Juegos Olímpicos sabiendo que se está celebrando en la misma ciudad en la que vivo. Comienza la experiencia. Aunque hoy no ha terminado de ser un día muy olímpico. "Easy day" (día fácil), como dice Tamsyn. Pero bueno, eso de fácil, lo que los niños nos dejen. Alannah se levantó hoy insoportable. No os podéis imaginar dos horas llorando porque hacía un dibujo y no le gustaba. Y así sucesivamente (¡Por Dios, que alguien le quite a esa niña el lápiz de la mano!).

Por la mañana volvió a ser congregación de niños y amigas de Tamsyn en casa, porque Isobel y Elliot se mudan mañana y qué mejor sitio que aquí. Antes de que llegaran, fui con Charlie a comprar un poco de leche y unas galletas para los invitados (Alannah estaba muy ocupada con su drama artístico), pero cuando llegaron todos, me subí a mi cuarto. Hoy quería ir al gimnasio, pero no vi momento de interrumpir la reunión para comunicarlo. Y el resultado final de tantos niños en casa, podéis imaginaros cuál es: todos los juguetes fuera, camas desechas, ropa por el suelo, cajones que ni sabía que existían abiertos...

Por la tarde, Tamsyn tenía que llevar el coche a revisión, así que me quedé con los niños. Charlie estaba dormido y Alannah que sólo quería ver la tele; pero cuando volvió Tamsyn, nos fuimos los tres un ratito al parque. Yo tenía pensado dejarles una horita pero, como siempre, hoy que no llevaba agua estaban muertos de sed; así que a la media hora nos volvimos a casa porque no se podían aguantar.

No obstante, al poco tiempo de llegar ta estaba la cena lista, porque Tamsyn quería que Charlie se acostara temprano. Yo había almorzado bien y a las cinco y media no tenía hambre. Mi idea era cenar un poco de fruta, pero Tamsyn también había preparado un plato para mí: tres salchichas, patatas fritas, brócoli hervido y alubias de bote Heintz. Normalmente, me lo como todo, pero con la poca hambre que tenía, el brócoli y las alubias con sabor a agua oxigenada no me entraban. Imposible. Así que he hecho artimañas para que ni los niños ni Tamsyn me vieran y tirarlos a la basura (colocando cosas por encima, para que no lo vieran al abrir el contenedor). Me he sentido como una enferma.

Y nada, a la hora de acostarlos, bien. Hugh ha llegado y se iba a encargar él, pero Alannah quería que fuese yo la que le leyese el cuento; así que yo he acostado a Alannah y él a Charlie. No obstante, una vez más, cuando he subido a mi habitación para coger unas cosas, ahí estaba Charlie en las escaleras esperando.

Mañana sí que empezaré a vivir más de cerca los Juegos Olímpicos. Me voy a ver el ciclismo cerca de donde vive Manon y dormiré allí de paso, así que no podré escribir blog. ¡El domingo os pongo al día! ¡Buenas noches y felicidades de nuevo a Melanie y Rebe, que hoy han sido sus cumples!

jueves, 26 de julio de 2012

Vaya día el de hoy. Me levanté pensando que tendría la mañana libre, porque Tamsyn iba a llevar a los niños a ver la antorcha olímpica, pero cuando le estaba lavando la cara a Charlie, Tamsyn me preguntó si estaría lista en media hora. Interesante, yo también estaba incluida en el plan y no lo sabía. Lo peor es que cuando salimos a la calle nos estaban esperando los vecinos con los que fuimos la semana pasada al parque y no volvimos hasta las tres. ¡Oh, no! Ve con cinco niños pequeños al centro de Londres y pásate allí toda la mañana y parte de la tarde.

Al final, lo de la antorcha vimos bien poco. Llegamos con el tiempo justo y ya estaba todo lleno y los pocos sitios que quedaban para subirte y verlo desde arriba, se los cedimos a los niños (y menos mal, porque de primeras Tamsyn le dijo a Alannah que yo la cogía con los hombros). Así que de repente escuché aplausos y gente yéndose en avalancha y me supuse que acababa de pasar. Aunque, de todos modos, creo que no me he perdido mucho.

Después vino un paseito por una zona en la que nunca había estado: South Bank. Me gusta porque es como un paseo marítimo. El río tiene su orillita y hay arena (aunque nadie la utiliza de playa) y un montón de bares y puestecitos playeros, parecidos a chiringuitos. En uno de ellos, nos pedimos un helado cada uno y nos sentamos un rato en un banco mientras los niños jugaban a perseguir los palomos. Cuando nos íbamos, le puse a Alannah la mano en el hombro, en una mezcla entre cariño y protección, y cuál fue mi sorpresa cuando estaba sospechosamente húmeda y blandita. ¡Se le había cagado un palomo y me lo había llevado enterito en la mano!

La siguiente parada fue un parquecito, donde todo el suelo era de arena de colorines, formando un arco iris. Bueno, básicamente, era eso el parque, no tenía más cosas, pero estaba chuli. Los niños se metieron corriendo al parque y se adelantaron con Tarah, la madre vecina. Tamsyn y yo nos quedamos más atrás, pensando que todos estaban con ella, pero las dos nos dimos cuenta a la misma vez de que Charlie no estaba y no lo veíamos por ninguna parte. Tamsyn se fue asustada a buscarlo, pero al final lo teníamos delante nuestra, que nos lo tapaba un adorno del parque. Se había quedado rezagado jugando con el cubo y la pala de una niña desconocida. Así que me metí con los niños en la arena para evitar más sustos y las madres aprovecharon para dar una vueltecita mientras yo les echaba un vistazo.

Después fuimos a almorzar. A Tamsyn no le hacía mucha gracia la idea de ir a un restaurante con todos los niños, y menos, con Alannah llorando porque Charlie iba sentado en el asiento de arriba del carro; pero al final fuimos. No había mesa suficientemente grande para todos, así que nos dividimos en dos: los vecinos y nosotros más el hijo de la vecina (Alexander). Ya sabéis, que si no comen, que si ahora uno quiere caca, que si ahora el otro se sienta en el suelo y se mete cosas raras en la boca, que si ahora Ruairi se hace caca y se llena toda la ropa... Tamsyn estaba enfadadísima.

Y después el camino del vuelta, que teníamos que andar y coger dos trenes. Charlie iba dormido en el carro Y Alannah en la parte de atrás. Cuando llegamos a una de las estaciones, nos volvimos a dividir para buscar una rampa para el carrito de Charlie y, de repente, el patinete de Alannah no estaba. Yo iba a volverme a buscarlo, pero Tamsyn me dijo que ya daba igual. Así que Alannah llorando de nuevo muchísimo. No se podía creer que hubiera perdido su patinete para siempre. Pero al final resulta que lo habían cogido los vecinos sin querer (me suena a algo...).

Y esta noche baby sitting. Cupo completo. Pero tampoco ha estado muy mal. Prepara la cena, que coman, bañarlos, secarles el pelo, prepararles la leche, léeles un cuento y a dormir. Todo parece idílico, tanto lo de la mañana como lo de la noche, pero imaginaoslo con un montón de niños haciendo travesuras, llorando, teniendo que negociar con ellos, discutiendo, pidiéndote chuches...

Y bueno, para terminar, dejádme que hoy me felicite a mí misma, que para eso ha sido mi santo (aunque ayer ni me acordaba). ¡Felicidades también a mi abuela y a mi tita Ana! Un beso. Os dejo con el personaje de Alannah. A ver cuando empiezo el cuento.


miércoles, 25 de julio de 2012

Después de mi experiencia aquí, tengo algo claro: no tendré hijos hasta que se me olvide. Charlie y Alannah han llegado a un punto de celos con el bebé, entre ellos... que nos están volviendo locos. A mí, desde luego, me ponen la cabeza como un bombo. Cuando estoy jugando con uno, el otro quiere que juegue con él; cuando juego con el otro, el uno se mosquea. Y nunca quieren jugar ni juntos, ni al mismo juego, Así que me toca repartir los tiempos. Lo peor es que cuando encuentran un juego en el que participar los dos, no es nada bueno.

Hoy he vuelto a los viejos tiempos de pasar la mañana a solas con Charlie porque Alannah tenía campamento (dos horas de gimnasia con juegos con otros niños). Mientras Tamsyn fue a llevar a Alannah, yo me quedé jugando con Charlie a los bloques (los de colorines de toda la vida) y con Ruairi dormido en la cuna, pero no tardó mucho en empezar a llorar, así que me lo bajé al salón. El pobre Charlie ya no sabía que más sitios buscarme para que dejará al peque y no lo cogiera en brazos para seguir jugando con él.

El día a solas en el parque no ha estado mal, aunque reconozco que a día de hoy prefiero que esté también Alannah, porque entre ellos se entretienen y me alivian una gran parte del trabajo. Hoy hemos estado en el parque pequeño de al lado de casa, porque Tamsyn tenía que hacer cosas y no le daba tiempo a recoger a Alannah a las doce. Primero, nos hemos llevado una bolsa llena de pan duro y hemos estado echándole de comer a los patos; y después, en el playground.Cuando fuimos a recoger a Alannah, Charlie llevaba su bici y los dos la querían, así que me tiré todo el camino diciéndoles hasta dónde le tocaba a uno y hasta dónde le tocaba al otro. Y se iban turnando.

Por la tarde, Tamsyn les montó una piscinita que les compró ayer; pero yo me fui un ratito al parque con mi manta (para tumbarme, seguimos con 30 grados) y un libro que les he cogido prestado de la estantería para ponerme un poco a prueba con el inglés. La verdad es que lo estoy entendiendo todo, aunque vaya bastante más lenta que leyendo en español. Tengo también unos folios donde voy escribiendo las palabras que no conozco, más por aprendérmelas luego que por necesidad, porque en el momento las voy deduciendo por el contexto.

A mi regreso del parque, Tamsyn quería que llevase a los niños una media horita, pero cuando llegué Charlie estaba frito en el sofá. Tamsyn insistió en que lo despertara para ir al parque, pero al pobre no había quién lo moviera y Alannah estaba también muy cansada, así que al final en casa. Esta noche (hablamos de las seis y media) Tamsyn tenía que llevar a Ruairi al médico a que le pusieran una vacuna, así que me quedaría yo a solas con ellos hasta después de la cena.

Me han puesto negra. Alannah desde el primer momento mosqueada porque estaba jugando con las gafas de sol de su madre y se las llevó; y yo, jugando con Charlie a que él tocaba la trompeta y cuando la tenía en la boca yo cantaba una canción y bailaba y cuando se la quitaba yo me quedaba quieta y callada. Pues Alannah ya no sabía qué hacer para llamar mi atención. Con su carilla de pucheros, sus brazos cruzados y mirando a la pared; a donde íbamos, nos seguía corriendo con la misma postura o si no, se tapaba los oídos y decía que no quería escuchar mi canción tonta. Al final, logré que se le pasara y la conformé para que me diera un beso y un abrazo, pero al rato seguía igual porque decía que había intentado quitarle importancia a lo de las gafas pero que no podía.

Cuando se aburrió de estar enfadada, ahora ella quería jugar conmigo al juego de la trompeta y Charlie conmigo y con su barco pirata, pero yo tenía que calentar la comida que había dejado hecha Tamsyn. Y repartirme para jugar con los dos, claro. Menos mal que a Alannah se le ocurrió que ella y Charlie podían meter el barco pirata en la piscina y ya sí que se fueron a jugar juntos mientras yo terminaba la cena, pero cuando fui a llamarles a comer, se habían metido dentro ellos también y tenían la ropa chorreando.

La cena regular, porque decían que no le gustaba la comida nueva que había hecho su madre; pero al menos hoy no había que bañarlos. Y ya de últimas, como va siendo costumbre, cuando me subí a mi cuarto a acostarme, estaba Charlie de pie en las escaleras, callado, quieto y con los ojos de par en par. me ha dado un susto de muerte, parecía de los de las películas. Así que me lo he subido a acostarlo y a darle su besito a él, al osito de peluche y a Fireman Sam.

Os dejos con el dibujito de Tamsyn y Ruairi para el cuento, aunque voy con mucho retraso... ¡Buenas noches!


martes, 24 de julio de 2012

Casi todas las semanas estoy teniendo uno de esos días en los que no hago mucho, como hoy. Siempre que Tamsyn tiene plan con los niños por la mañana, por la tarde ya están demasiado cansados como para hacer algo. Así que, por las mañanas, aprovecho para ir al gimnasio y por las tardes, me quedo con los niños si Tamsyn tiene que salir, mientras ven una peli y le echo una mano con las tareas domésticas, como planchar, en el caso de hoy.

Y en definitiva, ha sido eso. Por la mañana tuvimos más visitas. Lamadre de Boby, una amiga de Tamsyn, necesitaba dejar a su hijo con alguien una hora por la mañana, porque la niñera tenía que llegar un poco tarde. Así que mientras estaba desayunando, en pijama y despeinada, un trajineo para arriba y para abajo. Primero el padre de Boby, que la primera vez que me ve en su vida me encuentra así (no pasa nada, seguramente sea también la última) y después la nany, que se tomó al pie de la letra la pregunta de Tamsyn de si se quería tomar un café.

En el gimnasio hoy me he machacado. He hecho media hora de una máquina matadora que es como subiendo escalones gigantes, 120 abdominales, 100 de triceps, 100 de pecho con 5 kilos y 100 de glúteos con 25 kilos. Aunque me estoy empezando a desanimar un poco, porque aún no he empezado a ver los resultados (ya lo sé, sólo he ido cinco veces...). De todas formas, mañana y pasado utilizaré mi tiempo libre para ir al parque con mi manta a leer un libro en inglés que les he tomado prestado de la estantería del salón. El domingo vuelve el diluvio universal, así que hay que aprovechar mientras tanto (hoy hemos llegado a 30 grados).

Y nada, después de que los niños llegarán de las clases de francés y del picnic de despedida de Isobel y Elliot, me puse a planchar dos horitas mientras los niños veían la tele. Me hacen mucha gracia, porque están viendo Barbie y Charlie se aburre como un tórtolo. A veces, me recuerdan mucho a mi hermano y a mí de pequeños y también de cuando empezábamos a jugar a juegos peligrosos y mi madre siempre nos decía que al final acabábamos de pelea. Ahora la entiendo. Pero ellos nunca quieren jugar juntos. Tamsyn salió a comprar, Charlie estaba viendo la tele, Alannah jugando en el jardín y yo estaba planchando. Todo estaba en calma. Pues para qué se me ocurriría decirle a Charlie que si se quería ir al jardín a jugar. Tardaron dos microsegundos en pelearse y en estar llorando los dos. Así todo el día.

Y bueno, luego la cena, el baño y hasta mañana. A la hora de la cena, he estado sola con Hugh y hemos estado manteniendo conversaciones profundas e interesantes sobre la crisis en España, la crisis en Irlanda, el tomar la decisión de emigrar... Y luego sobre mi inglés. Le he dicho que venía con la idea de aprender más inglés del que estoy aprendiendo y que, algunos días, me desanimo. Pero él me ha dicho que ya me ve mucho mejor que cuando llegué, que los primeros días tenía que hablarme mirándome a la cara para que lo entendiese y que ya podemos mantener una conversación mientras cada uno está haciendo una cosa. Eso sí es verdad.

Y nada, este ha sido mi maravilloso e interesante día. Espero mañana tener más cositas que contaros, aunque de vez en cuando no está mal quedarse en casa planchando (aunque no especialmente cuando hace 30 grados...). ¡Buenas noches!

lunes, 23 de julio de 2012

Como ya os dije un par de veces, la semana pasada fue la de los planes frustrados. El domingo (llegué muy cansada para escribir) era el gran festival de Londres alrededor del Támesis. Escenarios para Asia, Europa, Oceanía, África y América. Los esperábamos desde hacía mucho tiempo. Antes de ir, miramos en la Web para informarnos y decían que si querías asegurarte un sitio, que compraras una entrada por 3 libras (la entrada era gratuita), pero para Europa y América ya estaban agotadas, así que no lo hicimos.

Nuestra primera parada fue en el escenario de Europa, en Trafalgar Square. El plan era estar allí hasta mediodía, comer algo rápido, ir a Tower of London (donde estaba el escenario de América), hacer una merienda cena en mi pub preferido, estar en el festival hasta que cerraran a las nueve y ver el Tower Bridge de noche, que Manon aún no lo ha visto. Además, a mí me venía bien porque sólo tenía que gastar dos viajes de tren: un metro para Tower of London y el tren que se coge desde allí y me deja en casa. Era perfecto, porque tenía el dinero justo en mi Oyster.

En Trafalgar Square entramos sin problemas, pero cuando vimos el tipo de música, nos decepcionamos un poco. Jazz, violines, un grupillo roquerillo que cantaba "Migrañaaaa, que me engañaaa" (pero los guiris no lo entendían), una muchacha que nos gustó que tocaba la guitarra y cantaba... Hasta el grupo de clausura (voy a adelantar acontecimientos) eran de música clásica y tenían un muchacho que tocaba la pandereta muy concentrado y que se parecía a Pablo Alborán. Pero los guiris lo flipaban. Definitivamente, los ingleses no saben hacer una fiesta.

A mediodía, una guiri que estaba acompañando a su hijo destrangis se hizo amiga de conveniencias nuestra. Realmente, sólo quería enterarse de si habíamos entrado sin tickets porque ella había sido un poco pringada y los había comprado. Pero al final nos convenció y nos echó, y nos fuimos camino a las Américas, a bailar salsa. Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos dijeron que la entrada era obligatoria y que en Trafalgar Square empezarían a pedir los tickets en 15 minutos. Cógete el metro corriendo otra vez y vuelve a Trafalgar a probar suerte (¿Lleváis la cuenta? Sólo me quedaba para dos viajes de metro/tren).Afortunadamente, nos dejaron pasar y nos dijeron que estaría abierto gratis durante todo el día.

Entre las anécdotas del día, puede estar el de la limpiadora buena gente que nos vio coger agua de los lavabos y nos dijo que no era potable y nos abrió la puerta de los empleados para que cogiéramos. El de una negra personaje que estaba sola y bailaba super motivada y todo Trafalgar Square pendiente de ella (estaba justo a nuestro lado, que me tiró unos cuantos besos) y todo borracho que se ponía a bailar con ella,  salía con el reconocimiento médico en sus partes nobles; o una de las porteras que, entre tanta gente que éramos, ya nos conocía a Manon y a mí de entrar y salir tanto.

En una de estas, salimos para comprarnos un tintito de verano,así que escondimos bien la botella de tinto (que la llevaba Manon) y yo llevaba la Casera. Ahí fue cuando me enteré que me conocía. Manon ya había pasado el control sin que le vieran la botella y a mí me dijo que podía pasar sin abrir el bolso, que ya me conocía y yo, que soy más buena que el pan le dije "no, pero mira mira" y le abrí la bolsa. ¡Y coge y me dice que la botella de Casera no puede pasar, que es demasiado grande! Así que Manon y yo nos salimos y empezamos a poner toda la Casera en vasos de plástico para entrarlos. La tia no se podía creer nuestro empeño por una Casera. "Oh, girls! Yesterday was Saturday night, isn't it?" (¡Oh, chicas! Ayer fue sábado por la noche, ¿no es eso?). Se creía que estábamos súper resacosas.




(La negra de atrás es la de los bailes).

A la hora de irnos, cuando pasé mi Oyster por el torno del Metro, no tenía dinero suficiente. Fui corriendo a recargarla, pero ninguna de las dos máquinas aceptaba billetes (no entiendo las manías de los ingleses). Así que no sabía que hacer. Manon, que ya estaba dentro, me tentó y, en una de estas que no miraba el guardia,  me dijo que cogiera su Travel Card. Cuando la fui a pasar, evidentemente, daba fallo. Se la enseñé al guardia con cara de no sé qué puede estar pasando y me abrió. Bien, ya estaba dentro; pero ahora cómo salía. Además, Manon se bajaría antes que yo. Me pasé todo el viaje preocupada y, al final, a última hora, me acordé de que esa estación con mis padres nos habíamos equivocado metiéndonos en los trenes cuando lo que queríamos era coger un Metro. Y nos abrieron. Así que me esperé a ver si había mucha gente y era imposible que se quedaran con las caras. Y lo era. Por lo que puse mi mejor acento de extranjera y carita de perro degollado y le dije que me había equivocado. No está mal saber que me puedo ganarla vida como ladrona...

Y el día de hoy con los niños, genial. Nos lo hemos pasado bomba. A los cinco segundos de sonarme el despertador, ya estaban los niños entrando en mi habitación (es sólo la segunda vez que lo hacen). Me dieron mi besito de buenos días y Alannah se fue corriendo a colgarse mi bolso. Le dije a Charlie que si él quería el amarillo y ahí que estaban los don tan felices. Aunque Charlie no paraba de preguntarme "Ana, can I have some breakfast?" (Ana, ¿puedo desayunar?) y cuando le decía que sí, como seguía en la cama jugando con Alannah me decía "Ana, the kitchen is downstairs" (Ana, la cocina está en la planta de abajo).

Como hoy ha hecho un día genial, me moría de ganas por repetir en la paddling pool (la especie de piscinita con fuentes y arena a la que fui un día con Charlie). Estaba llenísima. De verdad que nos lo hemos pasado bomba poniéndonos chorreando, corriendo, salpicándonos... Pero en un momento en el que nos fuimos a hacer castillitos de arena, Alannah ya se puso a llorar. Primero, porque se me rompió uno y ya no quería jugar conmigo y luego, porque se quedó ella sola intentándolo y no sabía hacerlos. Así que tuve que consolarla diciéndole que nadie sabe hacer castillos de arena que no se rompan, pero que lo más divertido es romperlos. No obstante, ya se quería ir antes que Charlie, ya se quería sentar e el carro... Mira que ya la quiero y que pongo todo de mi parte, pero con ella siempre es todo un poco más difícil. Por cierto, tengo una foto de Charlie sin camiseta, con sus gafas de sol y su gorrito y hablando con su móvil de juguete que está para comérselo.

Pero Alannah es también muy graciosa. Hoy me he reído mucho porque íbamos por la calle y había una ancianita y me dice "Look Ana! She is so young! How old do you think that she is?" (¡Mira Ana, qué joven es! ¿Cuántos años crees que puede tener?). Me quedé helada, porque no creo que ella aún pueda entender la ironía. Le pregunté cuántos pensaba ella que podía tener y me dijo que 20. "Twenty?! Do you think that she is younger than me?!" (¡¿20?! ¿Crees que ella es más joven que yo?); "Yes" (Sí); "Why?!" (¡¿Por qué?!); "because you are taller than her" (porque tú eres más alta que ella). Así que tuve  que explicarle que la edad no sólo depende de la estatura, que hay gente más alta que otra y que si estuviéramos creciendo para siempre, llegaríamos al cielo. Y le he dicho que cuando tenga quince años ya no va a crecer más (jaja, rencor hacia la vida que me ha tocado vivir).

Y nada, la tarde casi toda de descanso. Charlie se quedó dormido en el carro, algo a lo que temo, porque tiene unos despertares de carro malísimos, pero no me tocó a mí. Y en mi tiempo libre he aprovechado para descansar del fin de semana, con una siesta de dos horas. Pero sigo teniendo sueño, así que ¡buenas noches!

sábado, 21 de julio de 2012

Como ya os dije el otro día, ésta está siendo la semana de los planes frustrados. Ayer queríamos salir de fiesta por Brike Lane pero las dos estábamos malas. Yo, de hecho, el día de ayer me lo pasé prácticamente entero en la cama. No pegué ojo en toda la noche del dolor de garganta que tenía y por la mañana, Tamsyn me vio tan mala cara que me dijo que llevaría a los peques a la pelu por la mañana y por la tarde al parque de Herne Hill; así que sólo me pidió que si me importaba pasar la aspiradora.

Hoy me he levantado un poco mejor (ya he sobrevivido por segunda vez a una enfermedad) pero, aún así, he ido con Manon a una farmacia cuando he llegado a Oxford Street, donde habíamos quedado. Ha sido buenísimo, porque todos los medicamentos que se pueden comprar sin receta estaban a modo de supermercado-estanterías-carrito. Y la caja de Ibuprofeno a 40 céntimos y de Paracetamol a 16!!! Así que hemos comprado previsiones para lo que nos queda de estancia en Londres.

Lo primero que hemos hecho en Regents Park ha sido montarnos en las barquitas/hidropedales que hay en el lago. Hemos estado media horita y, cuando hemos acabado, ¡casi me caigo de la barca al bajarme y me han tenido que venir a rescatar! Os dejo unas fotitos para que veais el bonito paisaje y a nuestra compañera de barca.




Cuando terminamos de las barcas, justo teníamos tiempo de llegar al teatro al aire libre y comer algo allí. Dentro había unas mesitas rojas, así que nos comimos nuestros bocadillitos y nuestros tentempiés. Habíamos comprado las entradas más baratas (20 libras por persona) y estábamos un poco asustadas porque en la Web ponía que eran vistas restringidas, pero lo hemos visto genial. De hecho, justo las de abajo de nosotras valían 40.

La obra (Sueño de una noche de verano) no ha estado mal, pero nos ha sido súper difícil entenderla, la trama y los diálogos (pero Hugh me ha dicho que es difícil de entender incluso en tu mismo idioma). Era súper mística, fantasiosa y metafórica pero, sin embargo, en el final, los protagonistas han empezado a bailar Sexy and I know it en una boda, por la cara. Si Shakespeare levantara la cabeza... Pero bueno, el escenario estaba chulo, los vestuarios conseguidos y los actores eran buenos (excepto Dimitri, según Manon).

Cuando acabó la obra, Manon tenía que hacer baby sitting, así que yo me fui de tiendas. De mi tarjeta regalo de Primark he gastado 15 libras más en dos camisetas más informales y dos más arregladas. Después, haciendo la triquiñuela ferroviaria, me he ido al Poundland y me he comprado, a libra cada cosa, unos auriculares chulísimos que los altavocitos por fuera son chanclitas de la playa; un pack de 5 cuchillas para urgencias depilatorias (nunca viene mal tenerlas); un paquete de ocho paquetes de clinex de colorines; ¡un termómetro digital! (al paso que voy, volveré a necesitarlo); un cepillo del pelo nuevo, que el mío ya estaba para el arrastre; y una bolsa de seis paquetitos pequeños de patatas.

Mañana toca festival de música en torno al río Támesis, con intérpretes de todos los continentes del mundo. Ya os contaré qué tal ha ido porque, de momento, todas las cosas que hemos ido a ver referentes a las Olimpiadas nos han decepcionado mucho.

jueves, 19 de julio de 2012

Ésta ha sido la primera noche que me ha tocado hacer baby sitting con Ruairi. No obstante, la tarea era sencilla. Tamsyn saldría con sus amigas y Hugh vendría tarde de trabajar, así que sólo estaría un par de horitas a solas con él y se suponía que las pasaría dormido. Así que mi único trabajo era el de estar atenta por si lloraba.Si lo hacía, sólo tendría que cogerlo y darle palmaditas por si era aire; si seguía llorando, prepararle un biberón; y si lloraba más, llamar a Tamsyn. Y menos mal que acaba de llegar Hugh hace apenas 15 minutos, porque ha empezado a llorar muchísimo.

El día de hoy no ha sido de los más complicados pero, aún así, he acabado cansadísima. Estoy de nuevo muy resfriada y la garganta va a acabar conmigo. He probado con paracetamol, con miel con limón, con paños calientes... pero cada vez va a peor. Es que fuerzo mucho la voz al hablar con los niños, estoy siempre haciendo el tonto con ellos, o llamándolos desde lejos, o regañándoles... Y no veo manera de darme un respiro.

Por la mañana sí que tuve tiempo libre, porque los niños iban a tener un play date (una cita para jugar) en casa con todos sus amigos (madres incluidas). A no ser que viniera alguien más de quienes sé, había en casa ocho niños (nueve con Ruairi) llorando, chillando, correteando... Afortunadamente, Tamsyn me dijo que no hacía falta que yo bajara, aunque podía escucharlos perfectamente desde mi habitación. Lo que no me ha gustado es que Alannah está cogiendo demasiadas confianzas. Estaba yo en mi cuarto con la puerta cerrada y metida en la cama y me abrió la puerta sin llamar con su amiga Isobel porque venía a coger mi antifaz, que lo necesitaba para su juego. Así, tal cual.

Por la tarde me tocaba a mí llevarlos al parque. La verdad es que prefiero mucho más trabajar de día, pero bueno... Los niños hoy se han portado regular. Corriendo por las calles con los scooters, que se los he tenido que quitar; desobedientes... Pero es que estaban muy cansados. De hecho, hoy ha sido el primer día que me han preguntado que cuándo íbamos a volver a casa (cuando siempre tengo casi que obligarles). Y encima hoy no llevaba ni el carrito ni agua (que también estaban sedientos). Así que imaginaros el camino devuelta: lloriqueando, tirando de ellos... Lo peor es que, con todo lo cansaditos que estaban, se seguían parando a jugar en todos y cada uno delos sitios. Interminable.

Para la cena, teníamos salchichas con salsa de tomate, puré de patatas y habicholillas verdes al vapor. Me hacía mucha gracia contaros esto, porque cualquier niño español (incluso no tan niños, como yo) estaría frito por comerse las salchichas y las patatas. Pues no, ellos lo flipan con las habicholillas y no hay manera de que se coman las salchichas. El mundo al revés. La cosa es que yo también me las como lo primero, pero para quitármelas pronto de encima. Y con el brócoli, igual. No se puede estar más malo que el brócoli y las habicholillas al vapor.

Y nada, después el baño y acostarlos hoy también yo, porque Tamsyn se estaba preparando para salir. Pero mi truco de hoy ha sido decirles que eligieran el libro y me lo contaran ellos a mí (para no forzar más la garganta), ¡y Charlie se sabía el suyo de memoría! Ha sido graciosísimo. Alannah se lo ha inventado un poco más, pero no me extrañaría que fuese queriendo, siempre tiene que hacer lo que le da la gana.

Mañana no escribiré blog porque saldré con Manon a aprovechar los pocos fines de semana que nos quedan juntas. El sábado os pongo al día. ¡Buenas noches!

miércoles, 18 de julio de 2012

Ésta está siendo la semana de los planes frustrados. Primero, el lunes fuimos a la piscina y nos la cerraban en 45 minutos y hoy íbamos a ir al Museo de las Ciencias, en el centro de Londres, y lo hemos tenido que aplazar porque los niños se han levantado muy penosos y llorando por tonterías. Así que, aprovechando que en ese momento no llovía, nos hemos ido al parque que tenemos al lado de casa: pelota, scooters, picnic y manta en mano.

Pero la mañana empezó movidita. Cuando estaba en la cocina preparando el desayuno a los peques, me llevé un susto de muerte (tranquilos, no había un ratón). Voy a abrir la nevera para sacar la leche y, en ese momento, pegó un explotido con una luz azul y toda la cocina se quedó sin luz. Se ve que ha explotado la luz de dentro de la nevera por lo que sea y saltaron los plomos; pero esos sustos alas siete de la mañana con dos niños pequeños no son saludables.

En el parque no han parado de pasarnos cosas. Llegamos y aparcamos nuestra manta en nuestro sitio de picnics, cerca del lago. Alannah iba a hacernos una actuación musical, pero Charlie se estaba aburriendo y me preguntó si podía echarle agua al lago con su cantinplora. El lago está separado de donde estábamos por una valla y, cuando me quise dar cuenta, ya había pasado lo que me temía: se le cayó la cantimplora al otro lado. Mi primera ida fue saltar y cogerla, pero me fue imposible; así que pensé en coger a alguno de los dos niños en brazos y pasarlos al otro lado; pero Alannah no se atrevía y Charlie me dijo que lo haría él. Me asusté mucho, porque el pequeño trozo de tierra que hay antes del lago está empinado, así que no le solté la mano a Charlie, pero hubo un momento en el que nos estábamos rozando con la punta delos dedos.

Entre otras de las anécdotas del día de parque, cuando vino un perro a donde estábamos sentados y me empezó a chupar la cara, o cuando Charlie se tumbó en el barro y se puso hasta las cejas. Lo mejor de eso es que después vienen a agarrarse a mí, a darme abracitos, a jugar conmigo... y me ponen la ropa asquerosa para todo el día. Después, en el playground, también hubo anécdota. Mientras estaba empujando el columpio de Alannah, Charlie se fue a jugar a una rueda que da vueltas ¡y tuve que salir dos veces corriendo para separarlos de los niños! Primero, él pegándole un empujón a un niño, y después era un niño el que le estaba tirando de los pelos a él.

Empezó a llover, así que cogimos el camino para casa, pero cuando estaban jugando en el tronco de todos los días (ya sabéis su ritual) llegó Emilly, la niña que se suponía que yo iba a cuidar esta tarde, y le dijo a la madre que se quería quedar jugando con nosotros. El juego era chulísimo, yo era una especie de bruja y me metían en la cárcel (detrás de unas rejas), pero todos teníamos varitas mágicas. En una de estas, Alannah medijo "Ana, accidentaly, I've done some wee-wee in my pants" (Ana, accidentalmente, me he hecho un poco de pipí en mis braguitas); así que la puse corriendo a hacer pipí detrás de unos árboles. Pero, casualmente, en ese momento también Charlie y Emilly se estaban haciendo pipí. A Charlie lo puse sin problema, pero con Emilly no me atrevía sin saber qué pensaría su madre, pero al final, como no podía vernos, la puse para hacer pipí, pero no salió ni una gota. "You didn't need it!" (¡No tenías ganas!), le dijo Alannah, y ella contestó con mucha gracia "Yes, I did, but sometimes my wee-wee is silly and don't go out" (Sí tenía, pero a veces mi pipí es tonto y no sale).

Por la tarde he estado de nuevo en el gym y estoy progresando mucho. Biceps, en vez de con un kilo, lo he hecho con 1,5; con pecho, que el primer día no podía ni loca, ya me he hecho mis cien con 5 kilos; y de culete, empecé haciendo cien con 15 kilos y luego me hice cincuenta más con 25. No obstante, hoy he hecho el tonto en el gimnasio. Desde ayer, para entrar a determinadas áreas, tengo que pasar la tarjeta del gimnasio para que se abran las puertas. No obstante, para no cargar con la tarjeta en las máquinas, me la dejé en la taquilla y ¡oh, no!, cuando iba a irme, la puerta de los vestuarios estaba cerrada con mi tarjeta y mis cosas dentro. No me quedaba más remedio que esperar a que llegara cualquier persona a abrirme...

De camino a casa estaba lloviendo, pero yo creo que ya estoy acostumbrada a que me caiga la lluvia encima (siempre que no sea en fin de semana). No obstante, hoy tengo de nuevo dolor de garganta; así que a ver si no me destroza el fin de semana...

¡Buenas noches a todos!

martes, 17 de julio de 2012

Está comprobado: el buen tiempo cambia mi estado de ánimo. No podía creer esta mañana que de verdad me acabara de despertar el sol entrando por mi ventana. Normalmente, llego a la cocina cabizbaja y bostezando; hoy estaba bailando y tarareando la música de Escuela de calor (tiiiritiritiri tiiiiritiritiri...). Tanto es así, que Alannah me ha visto tan contenta que se ha puesto ella contenta también e intentando tararear la misma canción bailando conmigo.

Alannah tenía que ir hoy al médico a ponerse una vacuna, así que han ido con ella Tamsyn y Charlie y yo tenía la mañana libre, la cual he aprovechado para ir al gimnasio. Le pregunté a Tamsyn si ella sabía dónde podía comprar unos auriculares cerca de casa, porque los míos están rotos y necesito música para hacer deporte, así que ella me ha dejado unos. Los míos de antes me los compré en el chino antes de venir, así que ya os podéis imaginar, estaban rotos antes de estrenarlos y sólo funcionaba uno de los dos; por lo que la motivación al escuchar mi música a todo volumen después de tanto tiempo ha sido máxima. Bailando y cantando sin pudores en casa y también de camino al gimnasio. Hoy he mantenido mi ritmo de gimnasta, sólo que he añadido a mi lista un ejercicio de glúteos y me he tenido que rendir a la décima abdominal porque me moría de agujetas.

Por la tarde, después de que Charlie se echara su siestecita, nos fuimos los tres al parque de Herne Hill. Hemos estado dos horas fuera, pero alargan tanto los caminos de ida y vuelta que en el playground sólo hemos tenido 45 minutos, el tiempo de que se subieran en dos columpios. A la ida tuve que ir a Sainsbury's a comprar tomates para Tamsyn; después, una vez en el parque, los niños tienen que ir andando por la vía de un trenecito; cocinar en un agujero de un tronco de árbol; luego poner a Alannah a hacer pipí detrás de un árbol porque no se puede aguantar; salir corriendo al baño del playground porque se hace caca... Y a la vuelta, un poco más de lo mismo, sólo que ya estaba empezando a llover y se paraban para jugar con cualquier pequeña cosita.

Y, a la vuelta a casa, cenar con ellos, bañarlos y meterlos en la cama. Hoy le he leído yo el cuento a Alannah, a pesar de que su madre estuviera en casa. Eso es un gran progreso, aunque parezca una tontería. También lo es que, aunque Tamsyn esté en el baño cuando los estoy sacando de la bañera, no lloran porque quieren que sea su madre la que los seque y los vista. De hecho, hoy Alannah le ha dicho a su madre delante de mí que me quiere mucho y que si me puedo quedar con ellos para siempre. Lo gracioso es que todas mis cosas le gustan. Hoy le he preguntado a Tamsyn si Manon se podía quedar el viernes a dormir en casa para salir por lanoche y, cuando lo ha escuchado, ya estaba deseando conocer ami amiga. Me ha preguntado que si my friend (mi amigo/amiga) era girl or boy (chica o chico) y, cuando le he dicho que era una chica, no paraba de bromear diciéndome que era my girlfriend (novia).

Mañana iré por la mañana al museo de las ciencias, también en el centro de Londres, así que el día promete anécdotas. Por la tarde al final no tengo que hacer de nanny con los niños desconocidos. Por lo visto, la mujer se ha disculpado 30 veces, pero la verdad es que no  me apetecía mucho sacrificar mi descanso por 20 libras que podría ganarme...

¡Buenas noches! Os dejo con Hugh


lunes, 16 de julio de 2012

Empieza la semana, cómo no, con lluvia. Las predicciones meteorológicas quieren dejar entrever poco a poco el buen tiempo (parece ser que la semana que viene, pero hoy no iba a ser el día). Aunque mi padre me ha dicho que, según las noticias, en Inglaterra hay un dicho que dice que si llueve tal día como hoy, lloverá durante los siguientes cuarenta días. Vaya por Dios.

Total, que hoy, una vez más, había que echar mano de los planes de lluvia y, para no hacernos muy repetidas, tocaba piscina; con tan mala suerte que, cuando hemos llegado al gimnasio, la recepcionista me ha dicho que cerraban la piscina en 45 minutos. Así que los niños y yo hemos salido corriendo, los he desnudado a toda prisa y nos hemos hemos metido en la piscina para aprovechar el máximo tiempo posible. La verdad es que se me ha hecho muy corto porque, cuando no me invento yo un juego, se lo inventa el otro y así nos tiramos todo el rato haciendo tonterías.

Lo que no se me hace tan corto es la hora de los vestuarios, ¡tardamos una hora! Aunque hoy no me ha importado tanto, porque teníamos tiempo de sobra. Primero la ducha. Eso significa meternos los tres en una ducha, desnudarlos, lavarle el pelo a uno, luego al otro, acondicionador, gel, dúchate tú y secaos todo el mundo. Después vístelos a los dos y vístete tú, peínalos y sécales el pelo. Y hazte lo mismo a ti después. Parece fácil ¿no? Pues imaginaos cuando de repente entras a la ducha y Charlie está haciendo pipí y todo le está cayendo encima a Alannah, se meten en las taquillas, juegan a esconder la ropa, uno necesita hacer caca, luego la otra pipí... Pero bueno, cuando no tienes prisa, puede ser hasta gracioso si le echas paciencia.

Cuando llegamos a casa, aún no había llegado Tamsyn, que estaba en el médico para unos reconocimientos; así que, como aún era temprano para el almuerzo, les preparé un snack (aperitivo). Plátano, yogur y chuches. Charlie luego pudo comerse su sándwich, pero Alannah se lo dejó entero. Igual que la cena.

Y no me han pasado muchas cosas más por hoy. En mi tiempo libre, preferí quedarme en mi cuarto descansando de todo el fin de semana y empezando a hacer un libro de un cuento en el que ellos son los personajes, para regalárselo el día queme vaya. La historia lavoy a sacar de un capítulo de Peppa Pig en el que toda la familia juega alescondite. Ya tengo el dibujito de Charlie, a ver qué os parece.

Y por la noche, cena y poco más. Como los niños ya se habían duchado esta mañana, sólo he tenido que lavarles las manos, ponerles el pijama... Y hoy Hugh ha llegado antes de que se acostaran (algo inusual), así que hemos estado jugando, con su IPad recién comprado, a un juego de cambiarle la ropa a Barbie ¡Me pasaría horas jugando! 

¡Buenas noches a todos! En especial para mi cuñado Alex, que hoy es su cumpleaños, ¡Felicidades!

domingo, 15 de julio de 2012

Ya se está haciendo costumbre esto de dejar mis historietas del fin de semana para el domingo. Como siempre, empezaré por el principio. El sábado el día amaneció horrible de lluvia. Manon y yo habíamos quedado en Westminster para montarnos en el London Eye, por lo que era el momento perfecto para hacer mi triquiñuela en el trayecto. Realmente, lo dudé un poco, porque estaba lloviendo mucho y tenía que salir de la estación para llegar a la de Metro y, por mucho paraguas que llevase, Londres era una completa piscina. Lo que al final me ayudó a decantarme es que en mi mismo vagón iba la prima de Tamsyn y se hizo la disimulada para no saludarme (¡sabía que era una falsa!), así que la situación me resultaba un poco incómoda. Cuando llegué a la estación de Metro, resulta que justo esa línea (la azul, Victoria line) iba a estar cerrada todo el día. Así que vuelve a la estación de tren, ponte de nuevo chorreando, espera a que llegue el siguiente y aguanta las colas una vez en Victoria porque todo el mundo que tenía pensado subirse en la línea azul se está acoplando en las otras como puede.

Pero por fin me reencontré con Manon y fuimos a comprar los tickets para subirnos en el London Eye (la noria): 18,80 libracas cada una. Sinceramente, no lo recomendaría. Es simplemente un habitáculo donde van unas 20 personas de pie para acá y para allá viendo las vistas de Londres. Para los más asustones, no se nota nada que se está moviendo; para los menos asustones, eso es un rollazo. Nosotras, además, tuvimos la suerte de que estaba lloviendo y las nubes y la lluvia nos tapaban las vistas. Lo único más chuli es que sólo hay un habitáculo naranja y nos tocó a nosotras.




Después del London Eye, con la entrada, teníamos derecho a entrar a una experiencia 4D; pero no sabemos si es que era muy mala, si es que estábamos en mal sitio, si es que ya hemos visto tantas que ya nada nos sorprende o todo junto. Pero no nos gustó nada. Después, llegó el momento del almuerzo en China Town. En un restaurante buffet que yo había visto con mis padres y que tenía buena pinta, y la verdad es que creo que repetiré cuando me quede sola en septiembre.

Y, después de comer, llegó la segunda decepción del día: el Big Dance (el baile grande). Llevábamos semanas esperándolo. Lo anunciaban como un gran espectáculo, donde más de mil bailarines harían una coreografía conjunta en Trafalgar Square. Empezaba a las tres, pero a las dos y media ya era difícil hacerse hueco. Cuando estábamos viendo los ensayos, queríamos pensar que cada uno estaba ensayando a su bola, pero no. La lluvia hizo que lo pospusieran una hora y aprovechamos para tomar algo calentito en un Starbucks. El baile, al final, resultó ser una música indanzable, con gente de todas edades y sexo haciendo representaciones descoordinadas de deportes y unos pasitos sencillos todos juntos al final. Hubo un momento en el que nos dieron hasta pena, porque nadie aplaudía (incluidas nosotras), pero es que iban así de descoordinados.

 

Justo después, fuimos paseando hasta Primark porque Manon quería comprarse unas zapatillas (milagrosamente yo, a pesar de tener mi tarjeta regalo, me fui de vacío). Como aún era temprano y no nos apetecía volver a casa, nos compramos unas piñas coladas en el M&S y nos fuimos a tomárnoslas en unas mesitas de Hyde Park, desde donde escuchábamos a Bruce Springsteen en directo. Allí conocimos a un grupo de españolas y a unos estonios con los que nos echamos unas risas; pero la lluvia, una vez más, nos aguó la fiesta.

El plan de hoy ha sido bastante diferente: hemos ido a visitar Oxford (el pueblo, en la calle estamos todo el día). Es muy bonito, pero pequeño y muy muy similar. En un par de horas o tres ya lo habíamos visto todo, porque tampoco hemos pagado entrada para entrar en ningún sitio (en su mayoría, universidades), de hecho, hasta nos volvimos un par de horas antes de lo que teníamos previsto. Os dejo fotos para que os hagáis una idea:






Una de las cosas que más nos han gustado ha sido un pub con mucho encanto y con un montón de terracitas que hemos encontrado siguiendo un callejón súper estrecho. Manon se ha pedido una pinta, yo lo que ya se ha convertido en mi bebida londinense; Pimm's.

Y, en general, eso ha sido todo. Mañana os vendré con más anécdotas de niños. Aunque no he visto ningún planning ni he hablado con Tamsyn porque está en casa una amiga de cuando vivían en Bermuda (visita, qué raro); así que no tengo ni idea de lo que me deparará esta semana... ¡Buenas noches!

viernes, 13 de julio de 2012

Hoy me he reventado en el gimnasio. Tamsyn iba a ir con otras madres y niños al play center grande que ya fui una vez con Hugh, así que aproveché la mañana para ponerme un poco en forma (y creo que me he destrozado el estado físico para todo el fin de semana). Mi jornada deportiva ha consistido en 35 minutos haciendo elíptica, cien repeticiones de bíceps con cada brazo (con un kilo, lo reconozco), cien de tríceps con cada uno, cien de pecho y cien abdominales en la banca.

Por la tarde, se suponía que iba a ir a la piscina con los peques pero, como era de esperar, llegaron destrozados a casa (y acompañados de Isobel); así que Tamsyn les puso una peli y, mientras las niñas la veían, yo planchaba y Charlie estaba frito en el sofá. Lleva unos días que se está echando unas siestas kilométricas. Así le pasa lo que le pasa al pobre, que por la noche, cuando lo acostamos, me lo acabo encontrando 15 minutos después bajando las escaleras porque no tiene sueño.

Así que el trabajo de hoy ha sido más bien poquito. La rutina de las mañanas, una horita y media de plancha,  dar la cena a los niños (cuando me siento con ellos, siempre se la acaban) y el baño.

Y sí, yo misma me sorprendo, pero eso es todo por hoy. Mañana el plan es montarnos en el London Eye, comer en un nuevo chino con muy buena pinta y ver el Big Dance en Trafalgar Square. Más de 1.000 personas de 40 grupos diferentes bailando a la vez. Tiene buena pinta, pero la lluvia no va a dar tregua... Así que ya os cuento mañana y os enseño fotitos. ¡Buenas noches!

jueves, 12 de julio de 2012

Hoy es otro de esos días en los que no puedo más con mi pellejo. He estado en el parque con los niños desde las diez de la mañana hasta cerca de las tres de la tarde y, por supuesto, levantada desde las siete.

Cuando llegué al salón, los niños ya se habían tomado un desayuno, así que vacié el lavavajillas y me preparé mi bol de cereales. Cuando Charlie lo vio, se le iluminaron los ojos y dejó de ver la tele. Yo ya sabía exactamente la frase que iba a decirme. "Ana, can I taste your cereals?" (Ana, ¿puedo probar tus cereales?). Le di una cucharada sopera y, antes de que pudiera tomarme la segunda, ya se estaba comiendo otra. Tenía que hacer algunas cosas en la cocina, así que dejé mi bol en la mesa grande y, cuando me di cuenta, se había sentado en una silla para comerse mis cereales. Así que le pregunté si quería un bol para él y ahí que nos los estuvimos comiendo. Ha sido muy gracioso porque cuando ha llegado Tamsyn le ha dicho muy contento "Mummy, look!" (¡Mami mira!), ninguna sabíamos lo que quería que viese, "It's Ana!!" (¿¡Es Ana!!). Y luego coge y le pregunta muy contento: "Mummy, is Ana your friend?" (Mami, ¿Ana es tu amiga?).

El plan para hoy era ir al playground de Herne Hill, pero con una vecina y sus hijos. Yo simplemente la conocía de vista y de saludarnos, pero tampoco estaría mal algo de compañía. Al final ha sido buena idea, ha resultado ser muy amable y me ha preguntado muchas palabras en español. Y los niños (Alexander y Anabel, de 4 y 2 años) se han llevado muy bien conmigo. El único problema ha sido que la pequeña Anabel corría que se las pelaba con su patinete y todos corrían detrás de ella, así que a su madre y a mí también nos ha tocado pegarnos alguna que otra carrera. Este dato cobra mayor relevancia si os digo que, muchas veces, las carreritas eran por el césped (crecido, mojado y movedizo). He llegado a casa con los pies negros y los leggings para tirarlos.

Nada más llegar, Charlie ya ha empezado a jugar a su bola. Nos ha venido genial que Alannah tuviera más niños con los que jugar; a él porque ha ido a su rollo y a mí porque me he ahorrado a una Alannah llorando porque Charlie pasa de ella. Y, quizá porque he ido un día y me está entrando ya el síndrome, me he dado cuenta de que el playground de Herne Hill es como un gimnasio para los padres/adultos acompañantes. Arrastras a los niños por la tirolina, los empujas en los columpios, tiras de ellos al peso en una especie de subeybaja con poleas...

Y, casi se me olvidaba, hoy he ayudado a una niña a encontrar a su mamá. Primero la vi llorando, pero bueno, los míos están llorando todo el día. Pero cuando volví a verla sola, llorando y llamando a su mamá, le pregunté si estaba perdida. Me dijo que sí y la cogí corriendo en brazos para consolarla e ir a buscarla. El problema es que claro, yo no tenía ni idea de cómo era su madre. Por suerte, era negrita, así que en un principio podía descartar a todas las rubias de ojos claros, aunque tampoco podía dejarme llevar por las apariencias. No obstante le pregunté cómo era su madre y si tenía algún hermano y me iba parando en cada esquina para que mirara (creo que todas las mujeres negras se daban cuenta de que las miraba con cara de has perdido a tu hija. O quizá fuera obsesión). Cuando ya estaba empezando a asustarme y a pensar qué podía hacer si no la encontrábamos, la vimos. Y mira tú por donde, era blanca.

La hora del almuerzo fue muy divertida. Charlie seguía jugando a hacer castillitos de arena y el resto nos sentamos en una manta grande que yo había llevado. Sarah, la madre de los niños, puso su comida para que todos pudieran coger, así que yo hice lo mismo con la de Alannah. Pero cuando Anabel vio el bol de uvas de Alannah, se lanzó a comerse una tras otra. Alannah ya no sabía qué hacer, se cogía el bol y se lo escondía, pero yo le decía "Alannah, sharing is nice" (Alannah, compartir es bueno). Así que dejaba que se siguiera comiendo sus uvas mientras ella hacía pucheros sin querer ni mirar. Pero no pudo aguantar más y empezó a llorar. Sarah le dijo a Anabel que no comiera más uvas, pero yo le dije que no se preocupara, que Charlie tenía otro bol y se lo abrí para ella. En ese momento, Alannah empezó a comerse sus uvas a la velocidad del rayo, al más puro estilo Noche Vieja, con tal de que nadie volviera a picar.

Ya por la tarde, surgió el amor entre Alannah y Alexander. Todo empezó cuando estaban jugando a que había monstruos y que tenían que combatirlos. Pero en una de estas, a Alexander lo mató un monstruo y estaba tumbado en las piernas de Alannah y ella lo acariciaba como su esposo fallecido (sí, así era el juego). Desde aquel momento, el juego sólo se trataba de morirse uno y otro y darse besitos, caricias y abrazos. Teníais que haber visto a Alannah coqueteando. Lo más gracioso era que Charlie, que acababa de incorporarse al juego (se había tirado todo el día jugando a su bola en la arena) no entendía nada y no paraba de incordiarles en su nidito de amor. Pero de verdad que se querían. De hecho, en el camino de vuelta a casa y todo se paraban para darse un abrazo y, de vez en cuando, iban cogidos de la mano y no paraban de preguntarnos si Alannah podía ir a su casa a jugar.

Al final, Alannah se fue a jugar a casa de Alexander y Charlie se quedó en casa. Imaginaos, todos los días llega cansadísimo del parque y sólo estamos dos horas y hace el camino en el carrito. Pues hoy, encima, toda la ida y toda la vuelta ha ido con su scooter. Yo no me lo podía creer. Pero claro, después por la tarde ha salido con Tamsyn y ha llegado dormido en el carrito y, cuando Tamsyn ha ido a despertarlo, ya no había quién lo aguantara en todo lo que ha quedado de día.

Pero en general, todos estaban (estábamos) muy cansados. Ha habido un momento insoportable ya en el que los dos niños estaban llorando sin motivo y Ruairi se ha despertado y ha empezado a llorar también. Lo que destaco de guay de esta noche es que estaba tan tranquila subiendo las escaleras y escucho a Alannah desde el salón cantar "Cae la noche, cae la noche" y bajé y me estaba mirando Tamsyn con cara de extrañada y le dije que era una canción española (la de rompo un huevo en tu cabeza). Después, cuando Tamsyn ha ido a acostar a Charlie, hemos estado jugando a inventarnos canciones (en inglés) y hemos empezado a hacer versiones rockeras y a bailar desaforadamente moviendo nuestras melenas.

Y esto ha sido todo... demasiado para un sólo día... ¡Buenas noches!

miércoles, 11 de julio de 2012

El día de hoy ha sido tan tranquilo, que se puede decir que, prácticamente, no he trabajado. Por supuesto, me levanté a las siete de la mañana para preparar los desayunos a los peques, pero Tamsyn había quedado con Joe para ir con todos los peques al museo (al primero que fui con Charlie), así que tenía la mañana libre. Me fui a mi cuarto a seguir durmiendo, pero después de tres horas (no se fueron hasta las diez) ya me había espabilado y me quedé mirando cosas en el ordenador.

Llegaron cuando estaba empezando a preparar mi almuerzo. Todos menos Alannah, que se había quedado en casa de Isobel y Elliot. Tamsyn me dijo que a Charlie le daría el almuerzo y que luego lo acostaría a dormir siesta, así que tampoco tenía nada que hacer. Volví a irme a mi cuarto (hoy tenía muchas agujetas y hacía muy mal tiempo para salir sola a la calle así porque sí).

Unas dos horas y media después, Tamsyn me dijo que iba a ir a recoger a Alannah, que si podía despertar a Charlie en cinco minutos y llevarlo al parque si hacía bueno. Cuando fui a despertarlo, estaba tan dormidito que no había manera. Medio abría los ojos, hacía un ruidito y se daba la vuelta. Así que lo cogí en brazos y lo llevé dormidito al salón, donde siguió durmiendo acurrucadito conmigo en el sofá. No quería nada, ni chuchues, ni jugar, ni tele... sólo dormir. Y yo, que había tenido todo el día libre y no había pegado ojo, me estaba quedando frita también con él. En una de estas, se despertó y me dijo que quería una chuchue; pero, cuando se la comió, volvió a caer rendido. Al final lo salvó la tele. De todos modos, llovía tanto que el plan del parque estaba descartado por completo.

Con la cena bien. Se ponen muy tareosos y muy juguetones; pero cuando están solos conmigo, consigo que se la terminen toda. Y poco más, los bañé yo y se acabó mi jornada laboral. Pero hoy Hugh llegó temprano del trabajo, así que les dijo a los niños que podían ser ellos esta noche los que contaran la historia. Cogió un montón de disfraces, los puso en la habitación contigua a la de Charlie (la que será de Ruairi) y nos fuimos todos a tendernos el la cama de Charlie.

Primero le tocó a Alannah. El juego consistía en que iban a la habitación y aparecía con un disfraz para relatar la historia. La de Alannah trataba sobre la princesa de los animales; después apareció una bruja misteriosa con una máscara, que se había llevado a la princesa y a su cocodrilo; después vino una calabaza, que la mordimos y nos quedamos todos dormidos en la cama; y por último volvió a venir la princesa y nos dio a cada uno un beso para que despertáramos.

La de Charlie no tenía ni ton ni son, pero nos reímos muchísimo. Primero apareció vestido de mujer misteriosa con una máscara, que se quería llevar al cocodrilo. Después vino con una careta de una bruja feísima, que había hecho una sopa para que nos durmiéramos, luego vino de abeja que nos picaba pero nos curaba con sus cuernecillos, después de calabaza y, por último, apareció con el vestido de princesita.

Y por cierto, mi trabajo como au pair se consagra. Tamsyn me ha dicho que una amiga suya quiere que me quede con sus niños cuando ella no pueda, que me pagaría la hora a 7-8 libras. Así que el miércoles por la tarde tengo mi primera misión como nany de otros niños.

¡Buenas noches a todos! ¡Y feliz cumpleaños tito Juan!

martes, 10 de julio de 2012

Hoy es uno de los días laborales que más cansada llego para escribir el blog. Me levanté, como todos los días, a las siete de la mañana para preparar el desayuno a los niños y no los he podido acostar hasta las nueve. Además, hoy en mi tiempo libre he aprovechado para machacarme un poco en el gimnasio. Así que estoy completamente agotada.

En un principio, el plan para hoy era ir con los niños a la piscina, pero hoy estaría cerrada de once a doce de la mañana, por lo que era una tontería ir justo antes o después. Así que Tamsyn me dijo que Beth (la nany de Romally) iría con las niñas al soft play (un sitio de colchonetas, piscinas de bolas y toboganes), que podía unirme con ella a las nueve.

El autobús tardó más de media hora en llegar. Mientras tanto, los niños iban correteando y pegando chillidos. Cuando por fin llegó, el área de los carritos estaba llena y no nos podíamos subir (Beth llevaba a Arianna), así que a esperar al siguiente. Llegó en menos de cinco minutos (como veis, la frecuencia de los autobuses está muy bien planteada).

El soft play/play center era el mismo al que fui en mis primeras semanas con Tamsyn, cuando yo aún no iba sola con los niños a ninguna parte y ella aún estaba embarazadísima. Alannah iba por su lado con Romally, pasando las dos de Charlie (que de vez en cuando venía contento a darme un abracito). Menos mal que a él le encanta jugar a su rollo. Si hubiera sido al revés, me hubieran tocado llantos toda la mañana.

Después de una hora, les compré a los peques un gingerbread man (una galleta con forma de muñeco, como la de Shrek) y una botella de agua para todos, pero cuando Charlie bebió, me llenó exageradamente toda la botella de mijitas de gingerbread man, así que directa a la basura. El viaje de vuelta fue tranquilo y Beth muy agradable conmigo (dentro de lo que la barrera idiomática nos permitía). Pero hemos hablado que podemos quedar más a menudo para hacer planes con los niños. ¡Incluso me dio un abracito de despedida! (A estas alturas, lo que agradezco cualquier muestra de cariño).

Después del almuerzo, me fui un ratito a descansar a mi cuarto antes de ir al gimnasio. Cuando subía a mi habitación, escuché a Alannah preguntarle a su madre que por qué me iba y ella le dijo que era mi tiempo libre (ya no se quiere despegar de mí ni un segundo).

En el gimnasio he estado alrededor de una hora (ducha incluida). Media hora andando/footing/corriendo en la cinta (lo iba combinando), y unos veinte minutos entre máquinas de brazos y pecho y abdominales. Las abdominales bien, pero de brazos y pecho ando para el arrastre. Me puse lo mínimo (5 kilos a cada brazo) y me hice mi primera sesión de diez, a la segunda sesión ya sólo podía seis veces, cinco veces mal hechas la tercera vez y me rendía. Era triste ver cómo los abuelillos (no había nadie joven) me daban veinte vueltas y media.

A mi regreso, me tocaba baby sitting. Tamsyn estaba con los niños en la oficina de Hugh viendo las vistas de Londres, así que me subí a mi habitación a esperarlos. A las seis no tenía noticias de ellos, así que bajé a cocer la pasta; pero cuando la terminé, aún seguía sin saber nada. Al final, me llamó a las 18:30 para preguntarme si podía recoger a los niños en 15 minutos en la estación de tren, que se les había hecho un poco tarde.Cuando llegaron, Charlie estaba muy cansado y empezó a llorar porque sus padres se iban. Pero en cuanto se fueron, dejó de llorar y volvió a ser el Charlie de siempre.

A todo esto, aunque nunca me detengo a contarlo, los caminos de un sitio a otro no son nada fáciles. Alannah se estaba haciendo pipí y quería correr para llegar a casa pero a la vez le dolía el pie e iba cojeando y pegando grititos; Charlie que va a la velocidad de la tortuga y tengo que ir tirando de él, se paran en todas las casas a coger flores...

La última hora del día no ha sido tan dura. Avisé a Tamsyn y Hugh de que Charlie estaba muy contento, para que se lo pasaran bien sin preocuparse, y dejé a los niños que se tomaran la cena en el sofá viendo la tele (soy muy blandita). Después de la cena, los lavé un poco (a Charlie más a conciencia, tenía los pies que daba pena verlos), le preparé su leche y les leí un cuento. Primero, uno a los dos en la habitación de Charlie y luego uno a Alannah en su cama. Total, que cuando me quise dar cuenta, aún no había ni empezado a preparar mi cena y ya eran las nueve.

Así que buenas noches. Mañana no voy a poder con mi alma.

lunes, 9 de julio de 2012

Esta mañana no me ha sonado el despertador. Me despertó la luz entrando por mi ventana, pero acostumbrada a que amanezca a las cuatro, no le hice ni caso. No sé cómo, pero menos mal que me dio por mirar el móvil para ver cuánto tiempo me quedaba para dormir. Cuando vi que eran las 7:30 pensé "¿hora española?". No, no era hora española, así que me levanté corriendo intentando inventar una excusa en el tiempo de bajar las escaleras. Afortunadamente, nadie se ha dado cuenta. Todos estaban durmiendo menos Charlie (que todos los días me espera abajo a saber desde qué hora) y Hugh, que se estaba duchando.

Como ya os dije ayer, el plan de hoy era ir al Natural History Museum, lo que suponía coger dos trenes y dos metros. La verdad es que estaba un poco asustada porque era la primera vez que me adentraba con los niños en la gran ciudad, pero no ha ido tan mal. Antes de salir de casa fue un poco caótico, porque Tamsyn se levantó con el tiempo justo para ir al médico y yo tuve que estar con los niños, prepararles el almuerzo, la ropa...

El camino hasta el museo se me hizo corto, aunque los niños estaban ya cansados de tanto tren y andar. A Alannah, de hecho, le hacía rozadura el zapato, así que cuando llegamos, antes de entrar, nos sentamos en un banco, se tomaron un aperitivo y le puse a Alannah lo más parecido que tenía a una cremita para sus pies:  vaselina para los labios. Al menos, no seguiría rozándole.

En la entrada había una cola larguísima y ahí sí que se impacientaron un poco más y no paraban de colarse y hacer travesuras. Aunque a la gente parecía darle igual, estaban enamorados de Charlie. Todo el mundo me decía que qué guapo es (es que además, con la prisa, hoy me olvidé de ponerle las gafas).

Lo que más ganas tenían de ver eran los dinosaurios y la ballena gigante. Lo flipaban. Además, Charlie era súper valiente, incluso con el Tiranosaurio Rex gigante que se mueve. Alannah estaba más asustada, así que tuve que confesarle en el oído un secreto que sólo los adultos saben: en realidad, son sólo robots.

Cuando llevábamos una hora en el museo viendo dinosaurios y animalitos de tiesto, empezaron a penosear. Estaban dándole vueltas a un globo terráqueo y empezaron a pelearse. Charlie fue el primero en llorar, pero cuando logré consolarlo, llegó el turno de Alannah. Y, por supuesto, Charlie volvió a desconsolarse. Así que ahí estaba yo, en un museo con dos niños llorando (uno a cada mano) y todo el mundo mirándome. Son esos momentos en los que intentas poner tu mejor cara de "no pasa nada, son sólo rabietas de niños".

Al salir del museo, hicimos otra parada en un banco para que terminaran de tomarse su almuerzo. Charlie no quería comer nada y encima teníamos a una familia demasiado cerca haciéndole halagos a los niños, así que no podía regañarle. Lo intenté con todo y, al final, lo que funcionó fue "Close your eyes and open your mouth" (Abre la boca y cierra los ojos). También Alannah cuando estábamos llegando al Metro se cayó al suelo y se raspó la pierna, así que cogí un poco de agua y se la eché para aliviarle el dolor.

El camino de vuelta a casa se les hizo más corto porque iban comiéndose sus chuches por el camino y comentando las cosas que habíamos visto (Charlie también se tiró algún que otro pedo en el tren). Cuando por fin estábamos en nuestro barrio, justo dio la casualidad de que, al pasar por la puerta de Sainsbury's, vi a Tamsyn comprando, así que la esperamos. Por supuesto, las dos primeras cosas que le contaron fue: "Mummy, I've fell down" (Mami, me he caído); "Mummy, I've cried in the Museum" (Mami, he llorado en el Museo); "Mummy, Charlie hasn't eaten all his sandwiches" (Mami, Charlie no se ha comido todos sus sandwiches). Afortunadamente, ella los conoce mejor que yo.

De camino a casa, Alannah me dijo una de las cosas más bonitas desde que llegué a Londres. Estaban hablando de patatas fritas, así que Tamsyn les preguntó si querían cenar patatas mañana por la noche, que Hugh y ella saldrían a cenar fuera "Mummy, and Ana will put us in ours bed?!" (¡¿Mami y Ana nos meterá en la cama?!); "yes, she will" (sí, ella lo hará); "Yes!!!!! Mumy I love Ana" (¡¡¡¡¡Sí!!!!! Mumi yo quiero quiero a Ana), le dijo mientras salió corriendo a abrazarse a mí.

El resto del día ha sido bastante tranquilo. Mi idea era ir a la piscina o al gimnasio, pero me tendí en la cama a hablar con Damian y, cuando terminé, fui posponiendo el momento de cambiarme de ropa hasta que me quedé dormida. Mañana le he dicho a Tamsyn que me obligue a ir. ¡Ya os cuento!