viernes, 25 de mayo de 2012

Como ya auguré la semana pasada, hoy es viernes y he logrado estar los cinco días sin bajones con los niños o con mi estancia aquí. Quizá sea el buen tiempo... Pero es verdad que se agradecen los fines de semana y poder desconectar.

Hoy, el camino hasta el colegio con Alannah ha sido más divertido. No se ha llevado su scooter, así que hemos ido jugando. Ella tenía 50 coches y vivía en una casa rosa, ella tenía 45 años y su marido 43. Yo, tenía sólo cochazos, dos hijos y un marido con 80 años (y yo 33), vivía en su misma calle y trabajaba en un periódico. Pero entre que salimos más tarde que de costumbre y la tontería que llevábamos, hemos llegado con cinco minutos de retraso al cole.

Cuando llegué a casa, me fui una horita y media con Charlie al parque. Se llevó su bici, estuvimos dando vueltas en una rueda, escalando el tobogán, tirando palitos al hoyo, haciendo como que el viento nos llevaba, tirándose por el palo de bombero, comiendo galletas... Y, a la vuelta, Hugh estaba arreglando el jardín y, cuando se fue a recoger a Alannah, él se cogió la pala de su padre, yo me cogí un rastrillo de la playa y ahí que nos pusimos los dos manos a la obra con el jardín. Con lo que se lo pasa bomba es con su regadera de elefante. Sólo quiere que se la llene para ponerlo todo manga por hombro de agua.

Me hace gracia porque me acuerdo de cuando era pequeña, que me encantaba jugar con agua y meter las manos en el cubo de la fregona. Otra de las cosas que me está llamando mucho la atención de los niños (en general) es que están tan tranquilos jugando y, de repente, se quedan mirando cualquier cosa fijamente por unos segundos, la cogen, la tiran con todas su fuerzas y siguen haciendo lo que hacían por donde lo habían dejado. Da miedo.

Alannah y Hugh llegaron del colegio con Joe, Elliot e Isobel; y, después llegó una amiga de Tamsyn que tiene un niñito que se llama Bobby. Así que estuvimos un rato en el jardín. Esta casa está siempre llena de gente y eso hace que me sienta mucho menos como en casa. Cuando empiezan a hablar inglés sin ton ni son y empiezo a no entender nada, si no estoy trabajando, me piro a mi habitación.

Por la tarde, Hugh le ha limpiado la piscinita a los niños y se lo han pasado bomba poniéndose chorreando con la manguera. Tendríais que haberlos visto en la piscina con sus bañadores tipo guiri, que parecen un traje de neopreno, pero multicolor.

Con Ruari también he tenido hoy anécdota. Tamsyn estaba preparando la cena y el bebé empezó a llorar, así que me pidió si lo podía coger. Cuando lo tenía en brazos, se me quedó dormido, era una monería (huele mucho a bebé). Pero, de repente, ¡oh, no! empezó a toser y me vomitó encima. Tanto, que he tenido hasta que cambiarme de ropa...

¡Buenas noches!

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