miércoles, 13 de junio de 2012

Os lo dije. El buen tiempo inspira a los niños para hacer travesuras. Bueno, tampoco es que hayamos vuelto a la tan lejana semana aquella en la que podíamos salir en manga corta y tomar el sol; pero, al menos, hemos podido dejar los paraguas en casa.

No sé qué pasa, pero el pobrecito Charlie se levanta últimamente muerto de hambre. Cuando llegué a la cocina esta mañana, ahí estaba él esperándome con una sonrisa de oreja a oreja intentando abrir el mueble de los cereales. Se comió los suyos; cuando llegó su padre le echó otros; cuando estaba desayunando yo, me preguntó si podía probar los míos y nos los comimos entre los dos; y, cuando nos acabamos mi bol, tuve que echarle unos poquitos más de los míos porque decía que eran sus preferidos.

Y con Alannah, sigue poniéndome negra con los almuerzos. Qué ganas tengo de que acabe el colegio y no tener que preparárselos más. Cuando acabó de desayunar, "Ana, I want to show you something" (Ana, quiero enseñarte algo- con voz repelente) y ahí que fue a hacer un examen exhaustivo de lo que había en la bolsa. Siempre se inventa algo nuevo. Hoy, lo que no le gustaba era una bolsita de chocolate blanco Milkibar (¿en serio?). Pero yo le dije que no iba a cambiárselo, que ya estaba cansada de que siempre estuviera mal el almuerzo. Y ahí se quedó ella rebuscando en el cajón de las chuches para cambiarlo por otra cosa (por cojones).

Después de llevar a Alannah al cole, tenía que ir con Charlie al parque. Tamsyn me preguntó si iríamos directamente o lo recogería después en casa y yo le dije que me daba igual; así que me lo llevé al cole también. Mala elección. Llevar a Charlie sin carrito significa ir al paso de la tortuga más perezosa e ir al cole con Alannah significa estar muy pendiente de ella porque corre que se las pela. Así que a estar en medio de los dos, llamando a una para que pare y a otro para que ande; con la mochila del almuerzo y el scooter (patinete) de Alannah cargando; y con Charlie llorando cada dos por tres porque Alannah no le espera.

Como sólo teníamos que ir una hora al parque, hemos ido al pequeño que tenemos al lado de casa para no perder todo el tiempo en el camino. No obstante, aunque sólo lo tengamos a cinco minutos de distancia, el camino de vuelta se prolonga hasta media hora (cansinamente comprobado), así que ya le tengo cogido el punto. Primera parada, un tronco que hay tirado en el césped por el que los niños pueden andar porque tiene forma de escaleras (también Charlie tiene que echarle siempre agua a un agujero que tiene el tronco porque, según él, es la casa de las arañitas). Segunda parada, la entrada del parque. Al entrar y al salir del parque hay un camino que se divide y que se vuelve a unir, así que jugamos a "the gate" (la puerta). El juego consiste en que yo me voy por el camino corto y ellos por el largo con su scooter y tienen que pasar la puerta sin que yo les atrape. Tercera parada, salida del parque, donde se pone a coger flores para mamá (flores que pocas veces terminan llegando a casa). Y cuarta y ¿última? parada, la cabina de teléfono. No nos podemos ir sin que haya toqueteado primero los botones de la cabina y fingir que estamos hablando con alguien.

Hacía ya muchos días que no iba a recoger a Alannah al colegio porque Tamsyn siempre intenta hacerlo, pero hoy tenía que recogerla a ella y a Isobel para quedarnos jugando por la tarde en casa, así que ha salido muy contenta. No obstante, el camino de vuelta a casa ha sido horrible. ¡Alannah lloraba por todo! Primero salía corriendo y dejaba atrás a Isobel y, cuando Isobel salió corriendo y la dejaba a ella atrás, empezó a llorar. Luego, que si se sentó en la acera y se pinchó con una piedrecita. Luego, nos cruzamos con Tamsyn y Charlie (que iban al colegio a una reunión para cuando el peque empiece el cole en septiembre) y le dijo que no podía ver la tele cuando llegara a casa y venga a llorar otra vez. Cuando llegamos a casa, empezó a llorar porque Isobel la quería copiar en todo...

Al final, les puse media horita 101 Dálmatas, les pelé dos manzanas y se las piqué en cubitos y en forma de corazón, les preparé unas tostadas y les di chuches. Cuando pasó la media hora, les enseñé a jugar al juego que nunca falla: el de encontrar cosas y traérmelas. Hice una lista con objetos de la casa y les iba diciendo uno (el primero era almohada, pillow), así que tenían que subir corriendo, coger una almohada y traérmela. Pero la regla más importante era que, antes de decirles la siguiente palabra tenían que volver a colocar la cosa anterior en su sitio.

Y poco más. Isobel cenó también en casa con los peques. Bueno, sólo con Alannah, porque Charlie se tumbó en el sofá y cayó rendidito, de verdad que no había quién lo despertara. Así que Tamsyn lo ha llevado directamente a la cama (mañana tendré que darle siete desayunos).

Hoy, también para despedirme, quiero felicitar a mi papi en el día de su Santo. ¡Menuda celebración te espera este fin de semana!

¡Buenas noches!

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