jueves, 7 de junio de 2012

Hoy me he despertado unos minutos antes de que me sonara el despertador. En el primer segundo, creía que me estaba despertando en mi cama, en Fuengirola, pero un segundo después he pensado que lo más seguro es que estuviera de nuevo en Londres y no quería abrir los ojos para toparme de bruces con la realidad. Y lo peor es que hoy ha sido un buen día, pero tengo el ánimo por los suelos. Os parecerá una tontería, pero realmente creo que el mal tiempo (la lluvia y la ausencia de sol) están haciendo estragos en mi personalidad. Pero como os he dicho, hoy ha sido un buen día.

Por la mañana, tenía que llevar a Alannah a un camp (se traduce como campamento, pero realmente era un día en un campo de deportes, haciendo ejercicios con monitores); pero nada más salir de casa, Alannah me lo dejó claro: "Actually, the camp is not really exciting" (Realmente, el campamento no es muy emocionante), "Why? What do you do in the camp?" (¿Por qué?, ¿qué haces en el campamento?); "Just exercises" (Sólo ejercicios); "But you love sports! You are always running with your friends!" (¡Pero a ti te encanta el deporte!, ¡estás siempre corriendo con tus amigos!), "Yes, but this is when I'm playing" (Sí, pero eso es cuando estoy jugando).

El campamento era en algún lugar del gimnasio y sus múltiples pistas, así que, una vez que llegáramos, teníamos que preguntar. El problema es que el gimnasio está en una especie de complejo y no era capaz de recordar el camino, así que un hombre se acercó a mí para decirme dónde estaba, pero cuando llegué con él a donde me decía, aquello no me sonaba de nada y parecía un instituto (me debió ver cara de madre adolescente). Así que cogí el camino de vuelta para encontrar el gimnasio. Alannah vio el cielo abierto: "So, do we have to come back home?" (Entonces, ¿tenemos que volver a casa?). Al final encontré a una mujer con dos niños y le pregunté si iba al campamento, así que nos fuimos juntas.

Cuando llegué a casa, me puse a planchar una montaña de ropa. Ya le he cogido el truco y soy mucho más rápida, además de que ya plancho sábanas que da gusto (sí, no me preguntéis por qué pero siempre hay sábanas para planchar; de hecho hoy habré planchado cuatro o cinco).

A las doce tenía que recoger a Alannah, así que apagué la plancha y me fui de nuevo al gimnasio. Cuando llegué, empezamos a saludarnos desde lejos. Estaban cayendo las primeras gotas con fuerza, pero los monitores no tiraban la toalla y ahí seguían con los niños de cuatro años en mangas cortas, como si tal cosa. Cuando por fin acabaron, Alannah llegó echando unas lagrimitas. La cogí y la abracé y ya se puso un poco más contenta.

El camino de vuelta a casa fue divertido, echando carreras, subiéndonos en cada banco a cantar y a bailar como si fuéramos cantantes famosas... (sí, no tengo sentido del ridículo). En mitad del camino, me hizo pararme y cerrar los ojos. Lo hice, pero no confiaba mucho en ella, así que abrí el ojillo derecho con cuidado. Estaba cogiendo la única amapola que había en todo el jardín. Cuando la metió en su mochila, me dijo que podía abrir los ojos y que tenía una sorpresa para mí cuando llegáramos a casa. No me podía creer que la flor fuese para mí, así que me cercioré: "Oh, you are so kind Alannah, mumy will be so happy when you give her the sorprise" (Oh, eres muy amable Alannah, mami estará muy feliz cuando le des la sorpresa). "No, the sorprise is not for mumy, it's for you!" (¡No, la sorpresa no es para mami, es para ti!). Al final se le ha olvidado y no me la ha dado en casa, pero la intención es lo que cuenta.

El resto de la tarde ha estado todo el rato jugando conmigo y cariñosa. Además, la he podido bañar bien, ha cenado bien, la he acompañado al baño bien... Pero les encanta ir al baño juntos y asomarse para ver las cacas del otro. Charlie, además, ahora ha aprendido a decir "I need it in my game!" (¡Lo necesito en mi juego!), cada vez que está haciendo una travesura y le decimos que no, como si realmente estuviera jugando a algo y de verdad fuera necesario.

Después de la cena, Alannah se ha inventado un juego parecido a la versión fea del juego de las sillas. Charlie y yo sentados en el suelo, pasándonos una silla mientras ella cantaba una canción. Y, cuando paraba, el que tuviera la silla en las manos ganaba (siempre paraba cuando la tenía Charlie). Pero era demasiado tarde (se suelen acostar a las 19:30), así que Tamsyn le dijo que tenía que parar el juego ya. Se fue mosqueadísima llorando del salón y se subió a su habitación. Para mi sorpresa, en vez de llamar a su madre llorando como siempre hace, me llamaba a mí. Ya sé que los niños siempre hacen eso, pero ella nunca lo había hecho conmigo...

Y mañana será el último día laborable de la semana y me iré con los peques a la piscina. Suena divertido, pero con lo bichos que son, veremos a ver...

¡Buenas noches a todos!

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