lunes, 6 de agosto de 2012

Sé que os dije que os escribiría el domingo, pero ayer llegué a casa cerca de las doce y estaba muy cansada. Además, desde que empezaron los Juegos, Internet va fatal en Londres y no puedo escribir desde mi habitación. Pero bueno, ¡sentaros tranquilos que hay muchas cosas que contar sobre este fin de semana!

El fin de semana empezó en South Bank, la zona donde fui con Tamsyn y los niños a ver pasar la antorcha olímpica. Manon no conocía la zona y yo pude apreciarla un poco mejor sin los niños. Nos encantó. Está a la orilla del Támesis, por lo que parece como un paseo marítimo al lado de la playa y los bares son chulísimos. Al final del todo, ya al lado de Westminster, todos los veranos montan una especie de feria a lo americano, con tiovios y cacharritos y con el suelo de madera ¿Estaba chulísima! Manon y yo nos montamos en el más terrorífico. Uno que subía muy alto y que daba vueltas. Ya os enseñaré fotos. Están muy graciosas porque salimos con los pelos volando, las caras de miedo y el London Eye detrás de nosotras.

Después de la feria, nos fuimos a comer. Intentamos sentarnos en un restaurante mejicano muy chulo que estaba hecho con contenedores de los barcos, pero había que esperar media hora de cola, así que decidimos irnos a unos puestecitos que había atrás de comida internacional en vivo. Nos pedimos para compartir tartiflette de queso, una croqueta grande, una empanada, un rollito de patata al curry y una quiche. Comimos bastante bien en unas mesitas que había con su sombrillita y vistas al río y a Westminster, aunque ninguna de las cosas que pedimos nos volvió locas.

La siguiente parada fue en Hyde Park. El plan era cogernos unas bicis, dar una vuelta y llegar a las pantallas gigantes (mis nuevas Converse me estaban destrozando los pies), pero ya sabéis las veces que he montado en bici a lo largo de mi vida, así que estaba súper nerviosa. Sorprendentemente, en cuanto me subí lo hice bastante bien, aunque estaba tensísima, pero ahí estaba yo paseando en bici por Hyde Park. El problema es que elegimos posiblemente uno de los días que el parque estaba más lleno de gente, por lo que, cuando tuve que empezar a esquivar a gente, me puse muy nerviosa y no atinaba, ni sabía frenar ni nada. Así que, de repente, se me olvidó montar en bici y sentía que todo el mundo que pasaba me estaba mirando y riéndose de mi, y yo venga a chocarme... Total, que me enfadé y ya no quise más llevar la bici. Manon intentó insistirme treinta veces, pero yo lo estaba pasando fatal y no podía soportar no saber hacerlo bien, así que las dejamos.

Después nos fuimos a comprarnos nuestra bebida preferida en Londres: piñas coladas en lata. El camino al M&S fue de los más curioso. En Londres hay tanta gente ahora mismo que el que quiera vender alguna moto, tiene que hacerlo ahora. Qué mejor momento para la religión. No os podéis imaginar. Unas diez mujeres en burka repartiendo folletos de "Únete al equipo del Islam", en los que decían que el catolicismo, el judaísmo, el hinduísmo, la libertad y la democracia estaban perdiendo la batalla frente al Islam (buena manera de hacer adeptos); una especie de budistas haciendo una procesión; predicadores leyendo a gritos la Biblia... y, justo al lado de ellos, podías encontrarte a un hombre sonriente disfrazado de perro pidiendo que te hicieras vegetariano; o a un par de muchachos ofreciéndose para superar tu adicción al sexo.

Cuando llegamos a la entrada de las pantallas gigantes de Hyde Park nos encontramos con un problema: no estaba permitido entrar alcohol. Echamos una mirada a ver si eran muy estrictos al final de la cola y vimos que había que pasar incluso por un detector de metales y las mochilas por un escáner; así que vuelta para atrás. No obstante, el césped de la entrada estaba lleno de todos aquellos que llevaban cosas que no estaban permitidas entrar: bebidas de más de 100 ml, banderas de más de 1'5x2 metros; mascotas, cremas solares de más de 50 ml, bocinas... Así que, por descarte, casi había más gente fuera que dentro.

Cuando acabamos con nuestras bebidas, decidimos entrar a ver qué había dentro. Conocimos a muchísima gente de todos los países y lo divertido es que todos conocían Málaga ¡Incluso un grupo que venía desde Mississippi! Así que ya nos pusimos a jugar a un juego en el que parábamos a gente por la calle y le preguntábamos que si conocían Málaga, todos nos decían que sí y luego les preguntábamos que de dónde eran "¡Sí, en Suecia también nos conocen!" y nos íbamos tan felices sin mediar más palabra.

La verdad es que las piñas coladas nos hicieron estar muy graciosas, cuando llegamos a Shoreditch, la zona donde íbamos a salir de fiesta, estábamos pletóricas. Primero llegamos a una pizzería donde Hugh me dijo que hacían las mejores pizzas de Londres: Pizza East. El sitio era chulísimo. Era gigante y en plan discoteca, pero era una pizzería. Como vimos que los precios no eran muy aptos para el consumidor, nos pedimos una para compartir. Le preguntamos al camarero cuál nos recomendaba, porque los ingredientes eran bastante raros y, entre dos que nos dio a elegir, Manon quiso quedarse con una que tenía San Denis, porque le parecía un ingrediente con un nombre muy bonito. Al final resultó ser tomate acidillo, queso, jamón serrano y canónigos. Para beber, también le pedimos que nos recomendara. Yo, en cuanto nombró watermelon (sandía), me pedí ese cóctel y a Manon le trajo uno al azar, que al final era de pepino. No me pude reír más cuando vi que se tenía que beber un cóctel de pepino, que resultaron costar 8,5 libras cada uno; pero estábamos tan felices, que también nos hizo gracia el soplo que nos metieron.

Después de cenar, fuimos a echar unos bailes en la planta de abajo, pero era música rapera, con un ambiente muy distinto al nuestro y nos sentíamos un poco fuera de lugar, así que nos fuimos. Intentamos buscar los clubs que nos había recomendado Hugh, pero no los encontrábamos; así que decidimos volver a casa porque estábamos cansadas y nos quedaba más de una hora de viaje en autobús de vuelta a casa.

Al día siguiente, nos despertamos a las nueve y media con los gritos de los niños. Poco después, descubrí que Alannah había abierto una rajita de la puerta de mi habitación y nos estaba espiando. Se sentó con nosotras y la tía empezó a hablar y a hablar y a hablar sin parar (ahí me di cuenta lo que ha mejorado mi nivel de inglés). Con Charlie fue también muy gracioso, porque él estaba en el cuarto de baño con su padre y cuando vio pasar a Manon se empezó a reír y le dice a Hugh "Daddy, she is not Ana!" (¡Papi, ella no es Ana!).

Cuando nos levantamos, primero fuimos a Brixton a comprarnos algo de desayuno y a hacer también la pirula para pagar menos en transporte. De ahí, nos fuimos al mercado de Brick Lane a mirar los puestecillos, a comer algo entre los miles de puestos de comida y a echarnos fotos en los graffitis. Yo me tomé una arepa y un bol gigante con capas de fruta, que tenía kiwi, fresas, dos clases de melón, piña, sandía, uvas y naranja. El barrio es muy especial, es una mezcla entre multirracial, alternativo, vintage... y te encuentras a gente con un montón de estilo.




Después, dando una vuelta, vimos a un montón de gente con uniformes olímpicos de diferentes países y, entre ellos, a tres españoles. Manon quería pedirles una foto, pero a mí me daba vergüenza. Total, que no sé cómo me acabó convenciendo y fuimos a perseguirles. "Hola, ¿nos podemos echar una foto con vuestro uniforme?", "Claro", "¿Sois deportistas?", "Sí", "¿En qué deporte jugáis?", "Hockey hierba", "¡Ah! ¿y habéis jugado ya?", "Sí, esta mañana y esta noche jugamos contra Argentina", "Ah, pues esta noche os veremos, a ver si ganáis". Por suerte, al hombre que le pedí echarnos una foto le cambié la opción de manual a automático y uno de ellos dijo "Sí, sí, mejor pónsela en automático". Al menos, se darían cuenta de que no sabemos nada de deporte, pero que tampoco somos tontas. Estábamos más contentas que una pascuas. (Por cierto, hoy me he enterado de que anoche ganaron y que pasan a semis contra el Team GB).


Después queríamos ir a la zona de Tower Bridge, pero tampoco estábamos excesivamente lejos, así que decidimos ir andando (lo mismo había suerte y coincidíamos con Pau Gasol). En mitad del camino, como estábamos cansadas y hacía frío, decidimos pararnos en un Starbucks a tomarnos un café. Atención a lo que me pasó. Fui a la barra a pedir, como siempre, le pedí dos tés, me preguntó el tamaño, me preguntó el nombre para apuntar el pedido y, viendo que era española, me dijo las tres cosas que sabría decir "Hola, ¿cómo estás?". Así que me reí y le dije que muy bien, gracias. Pues le voy a dar su billete y me viene, se acerca a mí, me dice en el oído que sólo me ha cobrado uno y me da el dinero de destrangis. Pues para qué, de verdad que hubiera preferido que me cobrara. Ya venía a limpiar los sobrecitos de azúcar en nuestra mesa, ya se ponía a limpiar la mesa de al lado, salió treinta veces de la barra a tirar la basura... Y Manon meaita de risa. Y ya, en una de estas, vino a mi mesa y me dijo que si estaba bien, que si me apetecía tomarme algo más... y ya tuve que decirle a Manon que cogiéramos nuestros vasos y nos fuéramos de allí inmediatamente. Cuando nos fuimos, me hizo un gesto de que le esperara y Manon dice que lo vio salir corriendo de la barra, así que yo le dije "¿Qué  dices tia? ¡Corre!" y nos fuimos de allí pitando.

Y por fin llegamos a Tower Birdge. Estuvimos dando un paseo por zonas que no habíamos visto antes, también a orillas del río. Era una zona muy chula, pero los restaurantes tenían pinta de ser muy caros. Después, nos sentamos en los jardines a ver las Olimpiadas en las pantallas gigantes. Estaba mucho más lleno que el viernes, cuando fui con Tamsyn, Hugh y los niños. La verdad es que fue un rollo, porque en todas las pruebas de atletismo que salieron ¡no había ni un español!, ni siquiera uno que perdiera. Así que cuando llevábamos un par de horillas, nos fuimos a mi pub preferido a cenarnos el plato gigante para compartir y luego ya de noche, aprovechamos para echarnos más fotos.





Y para terminar, aunque esta noche vuelva a escribir para contaros el día de hoy, quiero felicitar a mi tito Pepe, que hoy es su cumpleaños ¡Un beso!

1 comentario:

  1. JAJAJAJAJA, me ha matado lo del camarero!! Suponog que si saliste corriendo muy mono no sería!!
    Jooo, me muero de envidia, que guay suena todo! Yo no me quejo de la ciudad en la que vivo, pero Londres es Londres!! Y más en las olimpiadas :D

    Un besazo :D

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