viernes, 17 de agosto de 2012

Que conste que estoy súper cansada, pero sé que a mi madre le va a hacer mucha ilusión ver que escribo. Esta semana está siendo realmente agotadora, no puedo más. Después del fin de semana matador, Tamsyn está tan liada con los preparativos de las vacaciones que no tengo tiempo (ni ganas) ni para ir al gimnasio. Y los niños necesitan ya empezar el colegio urgentemente. Tanto ellos como yo odiamos ya el parque y, encima, todo el día discutiendo, llorando, no saben ni lo que quieren... Pero a ver, cómo resumo estos días en no demasiados párrafos (lo siento, espero coger el blog con más ganas a la vuelta de mis semivacaciones).

Creo que me quedé en Charlie y su proyecto de dejar el chupete. Ya estaba todo preparado y los chupetes en un sobre de embalaje con un cartelito para el hada. A pesar de que llevábamos varios días recordándole a Charlie lo que iba a pasar, Tamsyn me dijo que me bajara con Alannah a ver un poco la tele que ella acostaría a Charlie y no sabía cuánto tiempo le iba a costar convencerle. Efectivamente, Tamsyn se pasó más de media hora con Charlie llorando y pidiendo a gritos sus chupetes. Se escuchaba tanto, que tuve que subir dos veces a dormir a Ruairi que se despertaba y empezaba a llorar asustado. Pero al día siguiente, todo fue distinto.

Cuando salí de mi habitación, Charlie gritaba, pero de emoción por el regalo que el hada de los chupetes le había dejado debajo de su almohada. No sé si sabéis lo que son las Trunki, unas maletas muy chulas que llevan los niños, que se suben encima y los padres van tirando de ellos. Pues con forma de coche de bomberos. Ahora sigue pidiendo sus chupetes de vez en cuando, pero siempre le recuerdo a quién se los dejó y qué tiene él a cambio y se pone muy contento y me dice que suba con él a su habitación a enseñarme su regalo. Lo gracioso es que el hada le dejó hasta una tarjeta agradeciéndole que le haya dado todos sus chupetes y asegurándole que ahora están en manos de niños que realmente los necesitan.

El día de ayer fue matador. Tamsyn tenía que ir al médico con Charlie y estuvieron fuera desde las nueve de la mañana hasta las dos y media de la tarde. Me subí una hora y cuarto a mi habitación para quedarme frita y después bajé porque Tamsyn tenía peluquería y ya hasta la noche, que los llevé también al parque y encima me tocaba baby sitting y se ve que no llegaron hasta más tarde de las dos. Yo me subí el cacharrito de escuchar si el bebé llora y me quedé frita a las once. No podía más, de verdad. Si después del almuerzo, mientras Alannah veía una peli, no paraba de quedarme dormida en el sofá. Y ella se meaba de risa y me gritaba "Wake up!" (¡Despiértate!), pero tardaba un mili segundo en volverme a dormir. Ya al final se hizo a la idea y me dijo que si podía ser mi almohada.

Por la noche encima, a Alannah se le antojó que quería una ducha (nunca en la vida los he visto ducharse, siempre se bañan juntos) pero Charlie no quería (qué raro que no estuviesen de acuerdo); así que yo bañé arriba a Charlie y Tamsyn duchó a Alannah abajo. Así es todo últimamente. Tardamos el doble en hacer cualquier cosa minúscula. Que tienen que lavarse la cara por la mañana, se hacen un ovillo en el sofá y no hay quién los levante. Eso cuando no empiezan a gritar pick it up, pick it back! (que los lleve a caballito) y tengo que subir tres plantas con uno y bajar a por el otro; cuando no se me engarrinchan en las piernas y tengo que subir tirando de ellos. Que vamos al parque, cuando no llora uno, llora el otro y, en el camino, ya se sientan en el suelo un rato, ya se paran por todo... y luego tienen poco tiempo de estar en el parque y lloran también por volverse. En las comidas, ya se levantan, ya necesitan hacer pipí y caca (con lo que pueden tardar media hora) ya se tumban en las sillas, ya se inventan mil juegos... En la hora del baño, se pelean, a Charlie no hay quien lo saque de la bañera, luego salen corriendo sin ropa, se tiran al suelo cuando los secas... Absolutamente todo se hace interminable.

Hoy, por la mañana, Tamsyn se los ha llevado un rato a casa de Alexander y luego me ha tocado recogerlos para ir al parque. Evidentemente, no se querían ir. Media hora esperándolos, porque además, la madre de Alexander no paraba de marearme con que si fuéramos juntos al parque, que si ella prefería que se quedaran todos en su casa porque estaba muy cansada y no tenía ganas de ir al parque... Cada vez nos decía una cosa y todo para echarnos después, porque decidió que iba a hacer un picnic con sus hijos en el mismo parque (que es bastante pequeño) pero en otra parte. Vamos, que nos saludábamos todo el rato. Y encima Alannah llorando, que ella no quería ir al parque, y que no quería, y que no quería. Que se quería ir a casa. Y cuando le dije que vale, que íbamos a casa, llorando que no, que por favor la perdonara, que quería ir al parque (ejemplos así tengo cada cinco minutos). Yo luego le regañé, porque siempre se porta mal delante de la gente y me hace enfadarme con ella y le he dicho que no haga eso, que la gente se va a pensar que no me quiere o que no soy buena con ella. Es que odio cuando me deja totalmente en evidencia.

Y luego tocó la vuelta del parque. Alannah quería que fuésemos corriendo por la calle, pero yo estaba muy cansada y le dije que andaba rápido. Pues llorando porque yo no corría y ella ganaba porque yo me dejaba. Cuando corro para que no llore y adelanto a Charlie, el tio llorando a grito pelao y encima delante de los obreros de al lado de casa que nos estaban animando a correr. Y Alannah ultra feliz porque había corrido. No se puede agradar a los dos a la vez. Me van a volver loca. 

Y bueno, estoy olvidando la anécdota del otro día. Yo estaba en mi rato libre skypeando y escucho a Alannah llorando, gritándole a Charlie que no lo hiciera y suplicando a su madre que bajara al salón. Y cuando voy a ver qué pasa, me encuentro que Tamsyn ha puesto en una mantita en el suelo a Ruairi para que jugase con sus juguetes y Charlie quería coger la manta y le estaba pegando tirones para quitar al bebé de encima. Por suerte, no tuvo suficientes fuerzas. Pero Alannah la pobre estaba de verdad con el corazón encogido pensando que iba a hacerle daño a su hermanito.

Todo el día así, de verdad. Menos mal que ya es viernes por la noche y ya sólo me queda el fin de semana de descanso para preparar mi maleta. Lo malo es que hoy también tienen invitados de Bermuda y, no sé por qué, a mí me toca cenar con ellos y no con los niños, así que a esperar... Mañana os cuento. ¡Buenas noches!

miércoles, 15 de agosto de 2012

Bueno, tarde o temprano llegaría el día en el que fuera dejando el blog para otro momento. Estoy agotada, ayer fue un día más largo de la cuenta, desde por la mañana hasta la noche, y cuando llegué a casa y esperé la cena, ya era demasiado tarde. He pensado que voy a posponer lo de escribir a mis ratos de descanso para así poder dormir antes. Aunque veo que esto del blog va en decadencia. Espero aguantar los dos meses que me quedan...

Digo que el día de ayer empezó antes que de costumbre porque a las 6:50 me despertó Alannah andando por mi habitación para meterse conmigo en la cama. La verdad es que no me importa, porque simplemente le hago un huequito y hablamos de cosas. Ayer me preguntó que si ya me quedaba poco tiempo aquí y le dije que cuando volviera de España me quedarían sólo cinco semanas "Well, five weeks is more than two" (Bueno, cinco semanas es más que dos).

Y con Charlie fue chulo porque estuvimos buscando entre todos todos los chupetes que tiene repartidos por la casa para meterlos en un sobre y mandárselos a la Dummy Fairy (el hada de los chupetes), para que se los dé a niños que los necesiten. Hoy, de hecho, van a poner el sobre debajo de la almohada de Charlie y mañana se encontrará un regalito en su lugar, a lo ratoncito Pérez, pero Tamsyn ya lleva más de una semana preparándole poco a poco para este día. La pobre ya no sabe qué hacer para que deje el chupete antes de empezar el colegio. Él se lo pasa bomba con todo esto del hada de los chupetes, pero seguro que mañana  seguirá llorando porque lo quiere y se le olvidará que le ha hecho un cambio al hada mágica.

La cuestión es que ayer íbamos a ir a visitar a Isobel y Elliot a su nueva casa, en Little Hampton, un pueblecito pequeño a dos horas de casa. Imaginaos el coche: Tamsyn y yo delante y tres sillitas de bebé atrás. Cuando llevábamos veinte minutos de viaje, Alannah ya estaba preguntando si habían pasado dos horas y a los cinco minutos empezó a llorar diciendo que le dolía mucho la espalda. Cuando empezó a toser,  abrimos corriendo las ventanillas del coche, pero ya era demasiado tarde y empezó a vomitar. Tamsyn se paró en la primera bocacalle que había y, cuando la sacamos del coche, siguió vomitando un poco más; pero decidió que quería ir a ver a Isobel en lugar de volver a casa.

Cuando reanudamos la marcha, el tráfico nos dejó parados durante una hora porque había un camión roto en mitad de la carretera y, cuando al fin lo pasamos, Ruairi se despertó y empezó a llorar porque tenía hambre, así que tuvimos que parar en una estación de servicio para que Tamsyn le diera el pecho y los niños hiciesen pipí. Total, que al final el viaje de ida duró más de tres horas y, cuando salimos del coche y vimos a Isobel, Alannah empezó a llorar y le vomitó en el porche de la casa nueva y en todo el camino hacia el cuarto de baño. Tamsyn dice que vomitaba de tanta emoción por ir a ver a su amiga; yo simplemente creo que se había mareado.

La verdad es que la casa es enorme y preciosa, a pesar de que aún le faltan muchos muebles. Cuando llegamos, me puse a jugar con los niños en el play room (La habitación de jugar) y después nos fuimos al jardín para que saltaran en la cama elástica. Jo, la madre, me dijo que Elliot estaba deseando verme, que por la mañana le había dicho que me quería mucho y, cuando lo vistió le dijo "Mummy, am I handsome? Because Ana is very beautiful" (Mami, ¿estoy guapo? Porque Ana es muy guapa). Me hizo muchísima gracia. Imaginaos, cumplió dos años hace un par de meses.

Después de jugar, los niños se tomaron el almuerzo y luego fue nuestro turno. Por la tarde, fuimos un rato a la playa, que estaba a cinco minutos andando. La verdad es que, más que playa con gente tomando el sol y bañándose, es una zona donde el mar se une con la tierra, con muchas algas, el suelo de piedras y la gente paseando a los perros con ropa; pero se agradece ver el mar. Nos pusimos un par de toallas para sentarnos, las niñas se fueron a buscar conchitas pequeñas y bonitas y los niños a coger las más grandes que veían. En su búsqueda, se metieron en el mar por las rocas, ropa y zapatos incluidos, y Jo que llevaba chanclas tuvo que ir a por ellos, que ya estaban llegando muy lejos. Yo lo estaba pasando fatal por mis Converse blancas.

Cuando eran las cuatro, Tamsyn dijo que teníamos que irnos, pero Alannah empezó a llorar muchísimo porque no quería montarse otra vez en el coche; así que, para mi desgracia, decidieron que nos íbamos cuando los niños cenaran para que así no hubiese tráfico y los peques fuesen dormidos en el coche. Así que nos tiramos un rato más en la playa. Charlie y Elliot empezaron a jugar en el único trocito de playa donde había arena (mojada) y no se les ocurrió otro juego que salpicarse el uno al otro y echarse puñados de tierra (porque eso no era arena de playa) encima. Teníais que haberlos visto. Chorreando de arriba a abajo, toda la ropa pringando de arena y toda la cara y el pelo marrón.

Cuando volvimos a casa de Isobel y Elliot, Jo les dio una ducha, les prestó pijamas y se pusieron a cenar los cuatro unos nuggets de pollo con patatas fritas y guisantes. Cuando terminaron, eran más de las seis y media y, entre una cosa y otra, salimos más tarde de las siete. Por suerte, ya no había nada de tráfico y los niños tardaron poco en quedarse dormidos, por lo que fue un viaje mucho más tranquilo; a pesar de seguir tardando dos horas en volver y que se nos hiciera muy tarde.

Al llegar, metimos a los niños en la cama y Tamsyn preparó la cena para nosotras y Hugh. Ya os he contado alguna vez el gusto de esta familia por la comida picante, que hay veces que es imposible de comer. Pues imaginaos cómo era la de ayer que hasta a ellos se les caían las lágrimas y tuvieron que ir a recargarse las pintas de agua dos o tres veces. Yo no podía más, y eso que esta vez tuve que retirar a un lado las rodajitas de chili... Tamsyn nos pidió hasta perdón, pero bueno, ella repitió y todo. El pobre Ruairi hoy tiene que estar viendo las estrellas cada vez que come.

¡Mañana os cuento mi día de hoy! Espero que no sea mucho relío para vosotros.

lunes, 13 de agosto de 2012

Sé que hace muchos días que no escribo, pero este fin de semana (el último con Manon) ha sido agotador. Empezó el viernes, como siempre, levantándome a las siete. El plan era ir con con los niños al parque de al lado de casa a hacer un pretending picnic (un picnic con comida de juguete), pero los niños me metieron en una bolsa los juguetes, los colores, libros para colorear, una pelota, una manta... lo que olvidaron fue coger agua y alguna comida de verdad. Así que, como siempre hace su madre, les corté una manzana para los dos y darles algunas chuches. Eligieron chocolate y fideos con pica-pica, pero Alannah no tenía suficiente con eso y empezó a negociar conmigo, yo le insistí en que ya eran demasiadas y empezó a llorar, así que me enfadé y les dije que ya no había chuches para nadie. Me sentí muy mal por Charlie, no sé si lo hice bien, pero los dos empezaron a llorar más aún. No obstante, antes de irnos ya se les había pasado y, como se estaban portando bien, les dije que me esperaran y fui acoger las chuches para dárselas después por sorpresa.

En el parque, estuvimos jugando, coloreando... pero no nos dio tiempo ni a hacer el picnic falso porque, mientras coloreaba con Alannah, escuché a Charlie jugando con agua y, cuando le miré a ver qué estaba haciendo, le vi detrás del árbol, con postura de hacer pipí, pero con los pantalones puestos. No me lo podía creer cuando le vi las cataratas de pipí cayéndole por los pernales del pantalón. Le dije que cuando tuviese ganas tenía que pedírmelo como siempre hacía, pero tuvimos que irnos a casa porque estaba llenísimo de pipí. A los diez minutos de estar en casa llegó Tamsyn con Ruairi, que venía de vacunarlo, y le montó la piscinita a los niños. Se suponía que con la inyección, el bebé se pasaría toda la tarde durmiendo, pero el efecto fue el contrario: no pudo dormir en toda la tarde y sólo hacía llorar. Tamsyn estaba desesperada, así que tuve que hacer descansos de mi tiempo libre para echarle una mano.

A las ocho y media había quedado con Manon para ir a Walk About, un pub que se suele poner muy bien según nos había recomendado mucha gente, y en el que frecuentan españoles. Allí cenamos y después nos tomamos unas copas, entre ellas, unos chupitos de colores y una bebida verde que cuando la echabas en un vaso raro, empezaba a salir humo por todas partes. Después de tomarnos algo, nos fuimos a la zona de baile, con tan mala suerte de que justo el viernes había una fiesta retro, así que a bailar música guiri antigua. Lo más guay fue que había un concurso de baile y nos apuntamos y nos hinchamos de bailar en el escenario. Al final no ganó nadie, pero fuimos de las últimas supervivientes y, además, nos conseguimos unas gafas de estas que en vez de cristal tienen rayas.

Cuando ya nos cansamos de la música, nos fuimos y, como la zona estaba tan bonita, al lado del río e iluminada, decidimos dar un paseo ¡y llegamos hasta Westminster! De ahí, nos bajamos en Brixton y se nos volvió a ir la olla (especialmente a mí, que era la propulsora), y nos fuimos andando a casa porque yo decía que Brixton no estaba tan lejos. Con la tontería, llegamos a casa más tarde de las dos y, al día siguiente, nos teníamos que levantar a las ocho para ir temprano a Brighton.

Fue un poco difícil despertarse, pero al final nos sobró tiempo y nos fuimos a tomarnos un desayuno inglés en un bar de Victoria Station. Después, mientras yo sacaba dinero, Manon se fue a hacer cola para comprar los billetes. Ella tiene una tarjeta para jóvenes que se llama Rail Card, le costó 30 libras pero puede viajar mucho más barato entre pueblos. Ella me dijo que nunca se la habían pedido, así que decidí arriesgarme y comprar mis billetes como si yo la tuviera también,porque la diferencia era de 8 libras. Nunca se la habían pedido, pues me la pidieron a mí. Le dije al revisor que se me había olvidado y me dijo que no pasaba nada, que tenía que sancionarme pero que podía librarme de la multa enviando una copia de mi Rail Card más la multa, explicando por qué no la llevaba. 50 libras. Pero voy a intentar hacer algún chanchullo para escaquearme. Después, cuando llegué a Brighton, como no me atrevía a que a la vuelta me multaran de nuevo (había comprado ida y vuelta), le dije a la mujer de los tickets que quería que me cambiara el billete por uno de sin Rail Card ¡Y me cobró ocho euros más sólo por la vuelta! Y sí, en el viaje de vuelta, el revisor no estaba pidiendo la Rail Card, toda esa suerte tengo.

De primeras, el pueblo me recordó mucho a Fuengirola, con su playa, su paseo marítimo... hasta que llegamos al pier (muelle). Era una plataforma bastante grande que se metía en el mar y, encima, había un montón de bares, recreativos, cacharros de feria... y unas vistas preciosas.




Con el ambiente, lo que más nos apetecía comer era pescaito frito, pero como lo más parecido que había era fish & chips, nos conformamos con eso. Después nos fuimos un rato a la playa, ropa y maquillaje incluído; porque, como podéis comprobar en la foto, casi nadie iba en bikini. El ambiente estaba bien, pero el suelo era todo de piedras y no había manera de andar descalzas. 




Después de la playa, nos fuimos a dar un paseíto por el pueblo mientras nos comíamos un helado. De casualidad, nos encontramos con el Royal Pavilion, una especie de edificio de estilo indio con unos jardines muy chulos.




Y el domingo, era el colofón final. El día en el que teníamos que hacer todas las cosas que se nos habían quedado en el tintero. Aunque las Olimpiadas se llevaron la mejor parte. Por la mañana, fuimos a ver la maratón masculina entre Buckingham Palace y St. Jame's Park. Lo flipabas con qué velocidad iban y volvían desde Tower Bridge una y otra vez.



No queríamos dejar pasar el último día sin acabar como lo empezamos, en uno de nuestros lugares favoritos: Candem Town. Habremos ido miles de veces, pero siempre hay algo nuevo por descubrir. Nos pedimos una sangría en uno de los puestos de España, que nos supieron a gloria y luego compartimos una fajita mexicana y un plato gigante con una salchicha deliciosa y una especie de empanaditas pequeñas en salsa muy ricas. Después, nos fuimos a la tienda de los robots que todo el mundo conoce a probarnos vestidos horteras, pero se ve que la mujer de los probadores no nos vio cara de compradoras y nos dijo que para probarte ropa había que dejar un depósito de 15 libras. Así que otra vez será.

 
Después de Candem Town fuimos a la estación de trenes de King's Cross para que Manon se hiciese una foto en el andén 9 y tres cuartos, el de Harry Potter, y el siguiente y último paso era ir a Hyde Park a ver el concierto de clausura de los Juegos Olímpicos. Pero no fue el último paso. Cuando llegamos, en las pantallas decían que las entradas (¿entradas?) estaban agotadas y que podíamos verlo gratis en Victoria Park. Varios hombres nos preguntaron de destrangis que si queríamos entradas de reventa, pero cuando preguntamos el precio nos digeron ¡120 libras! Así que si queríamos verlo en pantallas gigantes, no nos quedaba otra que ir a Victoria Park.

El problema al llegar a Victoria Park eran las mismas restricciones que nos habíamos encontrado la semana anterior en Hyde Park: no comida, no bebida, no nada... No éramos legales para entrar, así que pusimos nuestra mantita en el suelo y nos pegamos un banquete. Como éramos tantos los ilegales dentro del recinto acampados en en jardín de fuera, conocimos a un grupo de españoles. La cola para entrar era gigante y los guiris que se iban o decidían entrar nos regalaban sus vinos, sus fresas, sus palomitas... Así que estábamos agusto, nos estábamos poniendo púos y no teníamos ganas de esperar la cola gigante, por lo que al final nos perdimos la clausura.

El problema era que yo había calculado volver desde Hyde Park a Victoria Station y coger el tren hasta mi casa y sabía que el último era a las 23:55, pero ahora estaba en la otra punta de Londres y me venía mejor volver a casa desde London Bridge. No tenía ni idea a qué hora sería el último tren, pero supuse que sería parecido. Me equivocaba. Cuando llegué, no encontraba mi tren en las pantallas y cuando pregunté, me dijo que ya no habría más trenes hacia North Dulwich hasta el día siguiente. ¡No! ¿Y ahora qué? Salí de la estación a echar un vistazo a los autobuses y, de repente, vi el número 35, el que cogimos la semana pasada que nos dejaba en Brixton. Es lentísimo y sabía que llegaría a casa muy tarde porque además tenía que hacer trasbordo al llegar a Brixton; pero, al menos, sabía que iba a llegar a casa. ¡Al final tardé casi dos horas! Y menos mal que no tuve que esperar nada a que llegaran ninguno de los dos autobuses.

Y hoy quería morirme cuando me ha sonado el despertador a las siete. Me acosté súper cansada sin quitarme ni siquiera el maquillaje y hoy mi cara era un poema. Encima, Alannah estaba hoy insoportable. Me pedía una manta, le preguntaba si la verde o la marrón, me decía que ninguna, cuando no le daba ninguna me la volvía a pedir, le doy la marrón y sale corriendo llorando. Y luego, le estaba escribiendo una carta a su amiga Isobel, porque mañana vamos a ir a visitarla. Como no sabe escribir, ella me decía lo que quería decirle, yo se lo escribía y ella lo copiaba en la carta. Total, que me dice que quiere poner "We are going to be best friends forever" (Vamos a ser mejores amigas para siempre) y le pareció muy largo. Empezó a hacer la "w" mal y yo le expliqué cómo era, pero ella me dijo que me prometía que Isobel iba a entenderlo como ella lo había hecho, así que le dije que vale. Total, que me dice que si no la ayudo no lo va a poder hacer, le digo que pensaba que quería dejarlo así y le explico cómo tiene que hacerlo, no quiere; le digo que yo le sujeto la mano para que lo haga, no quiere; se lo hago yo, no quiere. Le pregunto cómo puedo ayudarla entonces y me dice que de ninguna manera, y se va corriendo llorando. Será que hoy estoy muy cansada, pero sigo sin entender nada.

Pero por lo demás, el día ha sido tranquilo. Tamsyn iba a ir con los niños y una amiga con sus hijos al parque, así que sólo he estado jugando con Charlie en el jardín a los bomberos por la mañana. Y después por la tarde, viendo la tele, un lavadito fugaz porque Alannah quería ver Barbie (ha sido muy divertido lavarlos a la velocidad del rayo) y la cena. Cuando Hugh le ha quitado a Alannah la tele para ir a la cama, se ha venido llorando conmigo y ya he estado haciendo el tontolava con ella, y los dos tirados encima mía en el suelo para darme besos y abrazos de buenas noches... Es guay cuando me quieren tanto.

Y Tamsyn y Hugh ya me han hecho el planning de mi semana en Málaga. Está genial porque es como los guardias civiles, descanso dos días y trabajo dos, descanso dos y trabajo dos... y así sucesivamente. Mi avión llega a Málaga el lunes a las ocho de la tarde y no tengo que trabajar hasta el miércoles por la noche (lo que para ellos puede ser las cuatro de la tarde). Y luego también tengo viernes y sábado; miércoles y jueves... está bastante bien. Y los días que tengo que trabajar son para hacer baby sitting, hacerles visita turística por Fuengirola, ir al Tivoli... Tengo bastantes ganas ya.

¡Buenas noches y felicidades a Nathalie por su cumpleaños!

jueves, 9 de agosto de 2012

Esta mañana no he necesitado el despertador. De repente, escuché unos pasos en mi habitación y, cuando abrí los ojos, estaba Alannah a mi lado. La subí a mi cama mientras me desperezaba y estuvimos hablando hasta que me sonó el despertador, cinco minutos después, y otros cinco minutos después de que sonara, porque Charlie estaba abajo esperando a que bajara para ponerle el desayuno. Alannah me preguntó que qué cosas hacía cuando yo tenía un año y le estuve contando y ya ella empezó como siempre a hablar casi sin respirar, contándome lo que hacía ella a los uno, a los dos, a los tres...

Pero estaban hiperactivos. Cuando terminaron de desayunar, no se les ocurrió otro juego que empezar a sacar todos sus juguetes y amontonarlos en el suelo de la cocina. Cuando Tamsyn ya se puso seria y tuvieron que dejar el juego, llegó el momento de recogerlo. Por supuesto, no querían. Yo empecé a ayudarles, pero Tamsyn me pidió que no lo hiciera (si yo, en vez de su au pair, hubiese sido su madre, tampoco lo habría hecho), así que empezaron a hacerlo ellos de aquella manera. Cuando volví de la ducha, ya estaba todo recogido, pero Alannah me confesó que Charlie había pasado tres kilos.

El día de parque, muy muy duro hoy. Como hacía calor y Charlie adora la arena, con la piscinita y las fuentes, decidimos ir allí; pero ahora Alannah decía que lo odiaba y que no quería. Algún día haré el camino yo sola y lo cronometraré para deciros con más exactitud, pero de un camino que se puede tardar veinte minutos andando, tardamos mas de hora y media. Y venga pararse a llorar, que si lo odia, que si se quiere ir con su madre, que si no es justo... Ya, hasta un hombre que estaba sentado en el césped le regañó (le gritó "Eh, enough!") y cuando lo miré con cara de incrédula, me guiñó un ojo.

Cuando por fin llegamos, se pusieron a jugar con el cubo y la pala en la arena. Un niño no paraba de mirarles y me preguntó muy educadamente que si podía jugar con ellos. Para mi sorpresa, después le vi todo el cuerpo lleno de lo que podría ser con toda probabilidad varicela, pero ya era demasiado tarde para echarlo. Y, por lo demás, Charlie perdido por ahí jugando con el cubo y agua; Alannah conmigo jugando a que ella tenía una tienda de limpiar el cuerpo y me echaba agua en los pies, en las piernas, en los brazos, en la cara... Y perdiendo por ahí la pala y el rastrillo, que tuve que perseguir a algunos niños pequeños que se los llevaban para jugar para no perderles el rastro. Ahora entiendo lo que sentían las madres cuando Charlie y Alannah también lo cogían prestado.

Y el camino de vuelta, igual, pero del revés. Ahora era Charlie el que no paraba de llorar porque no se quería ir. Por suerte, tenía el carrito y no tardamos tanto en volver a casa, pero estaban agotando mi paciencia por completo. Y, por supuesto, hoy otra vez todo el camino con Alannah cogiendo en brazos a Charlie en el carro porque ninguno de los dos quiere dar su brazo a torcer y sentarse detrás. Que, al final, lo terminarán rompiendo.

Pero hoy, de verdad que estaba completamente agotada. De hecho, en el gym me ha costado muchísimo hacer lo mismo que hago todos los días.

Y por la noche, cuando íbamos a empezar a cenar, abrieron la puerta de la calle y adivinad quién era: la prima de Tamsyn, sin avisar y sin llamar a la puerta. Sí, la prima pelota que me vio en el tren y ni me saludó. Así que cuando hoy ha venido a hablarme pastelosa, le he contestado pasando un poco de ella. Total, que al final Tamsyn le ha preguntado que si quería cenar y se ha cogido un plato y aquí que se ha quedado. Lo bueno que tiene que en esta casa gusten tanto las visitas es que tampoco tienen ningún inconveniente en que yo traiga invitados. así que mañana también se quedará Manon a dormir porque aprovecharemos para salir de marcha, teniendo en cuenta que será nuestro último fin de semana juntas en Londres. ¡Os escribo el sábado entonces! ¡Felicidades a mi primo Ignacio en adelanto!

Y, por cierto, el diario de ayer lo he escrito esta misma tarde. Está justo debajo, por si queréis también verlo. ¡Buenas noches!
Perdonad que escriba hoy, pero ayer me surgió un baby sitting inesperado y Ruairi se puso a llorar y mientras conseguí que se volviera a dormir, pitos y flautas ya eran las doce de la noche y no podía más con mi cuerpo. De hecho, ahora necesitaría dormir una siesta y estoy otra vez aquí escribiendo. Esto del blog me está costando muchas horas de sueño. Y es que, además, los niños se despiertan super temprano para luego estar todo el día cansados. Ayer, en cuanto Charlie se terminó sus cereales, tuve que acostarlo a dormir una siesta.

Cuando se despertó, estuvimos un rato jugando a la plastilina. Tenía que repartir mi tiempo entre Alannah, Charlie y Ruairi, que también me reclamaba. Estaba tumbadito en su activity mat y me hacía ruiditos para que fuera. Le encanta que le toque la carita y que le haga caricitas en el pelo, por las orejitas, los mofletes, el cuello. Hacía unos ruiditos de gustirrinin... La verdad es que estoy empezando a quererlo mucho.

El plan del día fue ir al parque de al lado de casa durante una horilla. Tamsyn no quería que se cansaran demasiado porque por la tarde iban a ir a hacer un picnic en Dulwich Park porque había juegos y manualidades para los niños. Sinceramente, creo que los niños están ya tan acostumbrados a ir a los columpios que ni siquiera les hace ilusión. De hecho, se llevaron sus juguetes y estuvieron jugando con ellos en el playground en lugar de montarse en los cacharritos. Charlie estaba jugando conmigo de nuevo a los bomberos y Alannah a las mamás y a los papás, pero no paraba de mosquearse porque Charlie no quería jugar con ella. Yo le preguntaba que por qué no dejaba ella su juego para jugar a los bomberos y le explicaba que si ella quería jugar a eso, tenía que entender que Charlie quería jugar a otra cosa. Pero de poco servía.

No paraba de inventarse cosas. Que si Charlie era su marido pero trabajaba como bombero (y luego lo obligaba a dejar de jugar para ir a tomar la cena con ella a casa), que si ella iba a visitarlo al trabajo, que si estaba de vacaciones, que si su casa estaba en llamas... pero siempre acababa enfadada. Y así se pasó toda la mañana. Hubo un momento en el que se sentó dentro de la red para escalar, con cara de enfadada con tristeza y con una manta por encima porque hacía mucho calor y no quería que le diera el sol en la cabeza.

Y justo cuando estábamos a punto de irnos, llegó una muchacha con un niño y me dijo que él quería jugar con Charlie y Alannah a los piratas. Yo le dije que justo íbamos a irnos a casa, pero medio penita y le dije que podían jugar diez minutos. Al final, fue más de media hora. Alannah era la princesa y era el tesoro que los piratas estaban buscando. Pero ella no quería que la encontrases, así que cuando llegaron, les dije que si la querían a ella, primero tenían que matarme a mí. Por supuesto, me mataron. Así que Alannah se inventó que sus besos eran mágicos y que si me besaba, resucitaba. Y así me pasé diez minutos muriendo y resucitando, con unos niños pegándome por un lado y la otra asfixiándome a besos. Después, Alannah desveló el secreto de por qué sus besos eran mágicos, porque poseía la flor dorada. Así que los niños salieron corriendo a por flores amarillas y yo salí pitando porque ya no podía resucitar. Me mataron otra vez. Pero Alannah corrió a rescatarme cogiendo de nuevo una flor dorada. Cuando hablo de los niños, hablo de el que quería jugar a los piratas y de uno nuevo que se agregó. Charlie no entendía muy bien el juego e iba corriendo a su bola y haciendo lo que le parecía.

Por la tarde estuve descansando un poco y la cena y el baño con los niños fueron muy sencillos. Por supuesto, Charlie tuvo que ir durante la cena a hacer wee-wee and a pooh pooh (pipí y caca) y yo tuve que subirme con él a esperar a que terminase. Nuestras conversaciones en el baño suelen ser muy graciosas. Hablamos de su caca; le pregunto una vez si ya ha terminado para que me conteste lo mismo de siempre "I'll tell you" (te lo diré), de hecho, yo suelo contestar antes de que lo haga él y nos reímos mucho; o me hace estar atenta a cuando caen los moñigos "Ana, look the big splash!" (¡Ana, mira cuánto salpica!). Y la hora del baño, también tranquilita. Lo único más gracioso fue que cuando desnudé a Charlie tenía su nombre escrito con bolígrafo en la espalda y resulta que había sido Tamsyn, por si se perdía en el parque.

Y poco más. Por la noche Alannah le preguntó a su madre que si podía leerle yo el cuento. Luego cené con Tamsyn charlando como un par de amigas y después la llamada de Hugh para que fueran a tomarse algo (de ahí el baby sitting por sorpresa).

¡Vuelvo esta noche! Os dejo los últimos dibujos que he hecho para el cuento. No sé si con los de la otra vez y estos, descifráis que están jugando al escondite. Debo añadirles aún el texto, pero aún no sé bien en qué formato hacerlo....




martes, 7 de agosto de 2012

Un día cualquiera con los niños se va convirtiendo en aventurillas. Además, no sólo los grandes me van queriendo más, Ruairi ya me conoce y se ríe mucho cuando le digo cositas y se calma enseguida cuando lo cojo en brazos. Y, entre ellos, son muy graciosas las preguntas que hacen los niños sobre el bebé (que, por cierto, hoy me he enterado de que su segundo nombre es Hugh): "Mummy, can I marry Ruari?" (Mami, ¿me puedo casar con Ruairi?); "Mummy, what about to cut Ruairi's hair?" (Mami, ¿qué te parece si le cortamos el pelo a Ruairi?); "Mummy, what's happens if we cut Ruairi's head off?" (Mami, ¿qué pasa si le cortamos la cabeza a Ruairi?)... u otras frases de otros días como "Mummy, can Ruairi have some treats?" (Mami, ¿puede comer Ruairi chuches?); "Mummy, why doesn't Ruairi play normal games?" (Mami, ¿por qué Ruairi no juega a juegos normales?); "Mummy, will be Ruairi alive forever?" (Mami, ¿Ruairi va a estar vivo para siempre?).

Cosas de niños, pero tienen muy buen corazón. Hoy por ejemplo, Alannah, para que su madre no tuviera que trabajar mucho, me pidió que le echara un vaso de agua y con un pañolito de papel estuvo mojándolo y refregándolo por el suelo como si estuviera fregando. Lo puso todo pringando. Y luego, para secarlo un poco, cogió el trapo de la cocina (con el que nos secamos las manos, los platos y los cubiertos) y lo pasó por la suciedad mojada.

El plan de hoy ha sido ir al parque de Herne Hill, de nuevo. La diferencia ha sido que esta vez no han querido ir ni al playground ni a las fuentes y prefirieron quedarse jugando en el tronco de todos los días a las mamás y a los papás. Y, en una de estas que estábamos fingiendo comernos la cena (spaghetti hechos a base de hierba y tierra), Charlie se la metió de verdad en la boca y tuve que salir corriendo a darle agua para que escupiera. Y, en el camino de vuelta, de nuevo llorando y discutiendo porque los dos se querían sentar en la parte delantera del carro, se me ocurrió de broma que Alannah podía sentarse y coger en brazos a Charlie. Y así hicieron todo el camino.

Donde ha sido imposible mediar ha sido en la hora del baño. Venga a gritar y a llorar uno y el otro porque si uno quería jugar a que vendía limonada y la otra le quería quitar la jarra, que si el otro le salpicaba a la una, que si te odio, que si no pienso jugar contigo más en la vida... Y luego los tios, para quitarse el llanto de la cara, se limpiaban los mocos en mi camiseta. Y, como les pareció muy divertido, venga a hacerlo los dos una y otra vez y a echarme saliva también en la camiseta. Por si no era suficiente. Y del llanto, a la alegría extrema. A Alannah, justo después del baño, a la hora de la cena, le entro un pavo impresionante. Encima era muy gracioso, porque no paraba de decir pastelosidades que habría sacado de alguna de las pelis que ve, super motivada. En plan de pidiendo matrimonio al estilo rococó, frases como te siento fuertemente en mi corazón... Y todo eso, acompañado de gestos en plan poeta.

Y nada, sobre cosillas que no sean de los niños, en mi tiempo de descanso he estado en el gimnasio. Le estoy dando fuerte a las piernas y al pompis, ya levantando 35 kilos en cien repeticiones. Y también puedo contaros que Tamsyn me ha regalado unas Converse naranjas, que decía que le están pequeñas y que iba a darlas a la caridad; pero que se acordó de mí y que quizás a mí me venían y me gustaban. Aquí las tengo en mi cuarto. Definitivamente.

¡Buenas noches a todos! Os dejo con algunas fotos del sábado de la feria donde estuvimos.




lunes, 6 de agosto de 2012

Aquí estoy hoy de nuevo, aunque el día de hoy ha sido mucho más tranquilo que el fin de semana. Por la mañana, durante el desayuno, estuve jugando con los niños a hacer un picnic en la cocina. La verdad es que ya me divierto mucho con ellos. Aunque hubo un momento en el que Alannah se enfadó y se fue al sofá porque Charlie quería jugar con el cubito y la pala que le regalé como si estuviera haciendo castillos de arena y ella no quería. La razón que me dio fue que si él jugaba a otra cosa, yo ya no jugaría todo el rato con ella porque tendría que dividirme. Pero bueno, en cuanto Charlie y yo terminamos de hacer castillos imaginarios (ella se inventó sus triquiñuelas para que acabáramos antes), seguimos jugando todos juntos tan contentos.

Pero la mañana fue muy tranquila. Tamsyn había quedado con una nueva madre cuya hija estará el curso que viene en clase de Alannah para que se conocieran, así que se fueron todos juntos a hacer un picnic y no volvieron hasta las tres de la tarde. En ese tiempo no me ha dado tiempo a hacer nada más interesante que escribir el blog sobre el fin de semana ¡Hooray! (¡Hurra!). A la vuelta, sólo regresaron Charlie, Tamsyn y Ruairi, porque Alannah se había quedado jugando en casa de Romally, pero Tamsyn me pidió que a las cuatro llevara a Charlie un rato al parque que tenemos al lado de casa. El pobre Charlie estaba muerto de sueño y no quería ir, pero Tamsyn no le ha dejado otra opción. La verdad es que no entiendo el empeño en que estén todo el día y todos los días haciendo planes divertidos aunque ellos estén cansados porque se han pasado cuatro horas en el parque, pero bueno...

Antes de irnos, fuimos a recoger a Alannah en casa de Romally para preguntarle si quería venir con nosotros al parque o quedarse en casa, pero estaba muy cansada y prefirió volver a casa. Con Charlie me lo pasé genial. Se llevó su coche de bomberos de Fireman Sam y estuvimos jugando a que el tobogán era la estación de bomberos y que nos iban surgiendo emergencias y teníamos que ir a resolverlas. Él era fireman Charlie y yo fireman Alannah. Unos niños nos miraban alucinando, queriendo jugar con nosotros. Después, como siempre, no quería volver a casa y, también como siempre, se entretuvo jugando en el tronco, a gate, en la cabina y recogiendo flores; pero cuando llegó a casa, se quedó dormido en el sofá casi de pie.

La cena no estuvo preparada hasta tarde, esperando a que llegase Hugh y, cuando íbamos a comer, era imposible despertar a Charlie y Alannah me pidió que la cogiese en brazos porque tenía mucho sueño. Me gusta, porque antes siempre era "mummy, mummy" (mami, mami) y ahora también dicen lloriqueando mi nombre para que los coja en brazos. Los dos.

Y poco más. Quizás mañana sea un día interesante para contaros, hoy no ha sido el caso... ¡Buenas noches!
Sé que os dije que os escribiría el domingo, pero ayer llegué a casa cerca de las doce y estaba muy cansada. Además, desde que empezaron los Juegos, Internet va fatal en Londres y no puedo escribir desde mi habitación. Pero bueno, ¡sentaros tranquilos que hay muchas cosas que contar sobre este fin de semana!

El fin de semana empezó en South Bank, la zona donde fui con Tamsyn y los niños a ver pasar la antorcha olímpica. Manon no conocía la zona y yo pude apreciarla un poco mejor sin los niños. Nos encantó. Está a la orilla del Támesis, por lo que parece como un paseo marítimo al lado de la playa y los bares son chulísimos. Al final del todo, ya al lado de Westminster, todos los veranos montan una especie de feria a lo americano, con tiovios y cacharritos y con el suelo de madera ¿Estaba chulísima! Manon y yo nos montamos en el más terrorífico. Uno que subía muy alto y que daba vueltas. Ya os enseñaré fotos. Están muy graciosas porque salimos con los pelos volando, las caras de miedo y el London Eye detrás de nosotras.

Después de la feria, nos fuimos a comer. Intentamos sentarnos en un restaurante mejicano muy chulo que estaba hecho con contenedores de los barcos, pero había que esperar media hora de cola, así que decidimos irnos a unos puestecitos que había atrás de comida internacional en vivo. Nos pedimos para compartir tartiflette de queso, una croqueta grande, una empanada, un rollito de patata al curry y una quiche. Comimos bastante bien en unas mesitas que había con su sombrillita y vistas al río y a Westminster, aunque ninguna de las cosas que pedimos nos volvió locas.

La siguiente parada fue en Hyde Park. El plan era cogernos unas bicis, dar una vuelta y llegar a las pantallas gigantes (mis nuevas Converse me estaban destrozando los pies), pero ya sabéis las veces que he montado en bici a lo largo de mi vida, así que estaba súper nerviosa. Sorprendentemente, en cuanto me subí lo hice bastante bien, aunque estaba tensísima, pero ahí estaba yo paseando en bici por Hyde Park. El problema es que elegimos posiblemente uno de los días que el parque estaba más lleno de gente, por lo que, cuando tuve que empezar a esquivar a gente, me puse muy nerviosa y no atinaba, ni sabía frenar ni nada. Así que, de repente, se me olvidó montar en bici y sentía que todo el mundo que pasaba me estaba mirando y riéndose de mi, y yo venga a chocarme... Total, que me enfadé y ya no quise más llevar la bici. Manon intentó insistirme treinta veces, pero yo lo estaba pasando fatal y no podía soportar no saber hacerlo bien, así que las dejamos.

Después nos fuimos a comprarnos nuestra bebida preferida en Londres: piñas coladas en lata. El camino al M&S fue de los más curioso. En Londres hay tanta gente ahora mismo que el que quiera vender alguna moto, tiene que hacerlo ahora. Qué mejor momento para la religión. No os podéis imaginar. Unas diez mujeres en burka repartiendo folletos de "Únete al equipo del Islam", en los que decían que el catolicismo, el judaísmo, el hinduísmo, la libertad y la democracia estaban perdiendo la batalla frente al Islam (buena manera de hacer adeptos); una especie de budistas haciendo una procesión; predicadores leyendo a gritos la Biblia... y, justo al lado de ellos, podías encontrarte a un hombre sonriente disfrazado de perro pidiendo que te hicieras vegetariano; o a un par de muchachos ofreciéndose para superar tu adicción al sexo.

Cuando llegamos a la entrada de las pantallas gigantes de Hyde Park nos encontramos con un problema: no estaba permitido entrar alcohol. Echamos una mirada a ver si eran muy estrictos al final de la cola y vimos que había que pasar incluso por un detector de metales y las mochilas por un escáner; así que vuelta para atrás. No obstante, el césped de la entrada estaba lleno de todos aquellos que llevaban cosas que no estaban permitidas entrar: bebidas de más de 100 ml, banderas de más de 1'5x2 metros; mascotas, cremas solares de más de 50 ml, bocinas... Así que, por descarte, casi había más gente fuera que dentro.

Cuando acabamos con nuestras bebidas, decidimos entrar a ver qué había dentro. Conocimos a muchísima gente de todos los países y lo divertido es que todos conocían Málaga ¡Incluso un grupo que venía desde Mississippi! Así que ya nos pusimos a jugar a un juego en el que parábamos a gente por la calle y le preguntábamos que si conocían Málaga, todos nos decían que sí y luego les preguntábamos que de dónde eran "¡Sí, en Suecia también nos conocen!" y nos íbamos tan felices sin mediar más palabra.

La verdad es que las piñas coladas nos hicieron estar muy graciosas, cuando llegamos a Shoreditch, la zona donde íbamos a salir de fiesta, estábamos pletóricas. Primero llegamos a una pizzería donde Hugh me dijo que hacían las mejores pizzas de Londres: Pizza East. El sitio era chulísimo. Era gigante y en plan discoteca, pero era una pizzería. Como vimos que los precios no eran muy aptos para el consumidor, nos pedimos una para compartir. Le preguntamos al camarero cuál nos recomendaba, porque los ingredientes eran bastante raros y, entre dos que nos dio a elegir, Manon quiso quedarse con una que tenía San Denis, porque le parecía un ingrediente con un nombre muy bonito. Al final resultó ser tomate acidillo, queso, jamón serrano y canónigos. Para beber, también le pedimos que nos recomendara. Yo, en cuanto nombró watermelon (sandía), me pedí ese cóctel y a Manon le trajo uno al azar, que al final era de pepino. No me pude reír más cuando vi que se tenía que beber un cóctel de pepino, que resultaron costar 8,5 libras cada uno; pero estábamos tan felices, que también nos hizo gracia el soplo que nos metieron.

Después de cenar, fuimos a echar unos bailes en la planta de abajo, pero era música rapera, con un ambiente muy distinto al nuestro y nos sentíamos un poco fuera de lugar, así que nos fuimos. Intentamos buscar los clubs que nos había recomendado Hugh, pero no los encontrábamos; así que decidimos volver a casa porque estábamos cansadas y nos quedaba más de una hora de viaje en autobús de vuelta a casa.

Al día siguiente, nos despertamos a las nueve y media con los gritos de los niños. Poco después, descubrí que Alannah había abierto una rajita de la puerta de mi habitación y nos estaba espiando. Se sentó con nosotras y la tía empezó a hablar y a hablar y a hablar sin parar (ahí me di cuenta lo que ha mejorado mi nivel de inglés). Con Charlie fue también muy gracioso, porque él estaba en el cuarto de baño con su padre y cuando vio pasar a Manon se empezó a reír y le dice a Hugh "Daddy, she is not Ana!" (¡Papi, ella no es Ana!).

Cuando nos levantamos, primero fuimos a Brixton a comprarnos algo de desayuno y a hacer también la pirula para pagar menos en transporte. De ahí, nos fuimos al mercado de Brick Lane a mirar los puestecillos, a comer algo entre los miles de puestos de comida y a echarnos fotos en los graffitis. Yo me tomé una arepa y un bol gigante con capas de fruta, que tenía kiwi, fresas, dos clases de melón, piña, sandía, uvas y naranja. El barrio es muy especial, es una mezcla entre multirracial, alternativo, vintage... y te encuentras a gente con un montón de estilo.




Después, dando una vuelta, vimos a un montón de gente con uniformes olímpicos de diferentes países y, entre ellos, a tres españoles. Manon quería pedirles una foto, pero a mí me daba vergüenza. Total, que no sé cómo me acabó convenciendo y fuimos a perseguirles. "Hola, ¿nos podemos echar una foto con vuestro uniforme?", "Claro", "¿Sois deportistas?", "Sí", "¿En qué deporte jugáis?", "Hockey hierba", "¡Ah! ¿y habéis jugado ya?", "Sí, esta mañana y esta noche jugamos contra Argentina", "Ah, pues esta noche os veremos, a ver si ganáis". Por suerte, al hombre que le pedí echarnos una foto le cambié la opción de manual a automático y uno de ellos dijo "Sí, sí, mejor pónsela en automático". Al menos, se darían cuenta de que no sabemos nada de deporte, pero que tampoco somos tontas. Estábamos más contentas que una pascuas. (Por cierto, hoy me he enterado de que anoche ganaron y que pasan a semis contra el Team GB).


Después queríamos ir a la zona de Tower Bridge, pero tampoco estábamos excesivamente lejos, así que decidimos ir andando (lo mismo había suerte y coincidíamos con Pau Gasol). En mitad del camino, como estábamos cansadas y hacía frío, decidimos pararnos en un Starbucks a tomarnos un café. Atención a lo que me pasó. Fui a la barra a pedir, como siempre, le pedí dos tés, me preguntó el tamaño, me preguntó el nombre para apuntar el pedido y, viendo que era española, me dijo las tres cosas que sabría decir "Hola, ¿cómo estás?". Así que me reí y le dije que muy bien, gracias. Pues le voy a dar su billete y me viene, se acerca a mí, me dice en el oído que sólo me ha cobrado uno y me da el dinero de destrangis. Pues para qué, de verdad que hubiera preferido que me cobrara. Ya venía a limpiar los sobrecitos de azúcar en nuestra mesa, ya se ponía a limpiar la mesa de al lado, salió treinta veces de la barra a tirar la basura... Y Manon meaita de risa. Y ya, en una de estas, vino a mi mesa y me dijo que si estaba bien, que si me apetecía tomarme algo más... y ya tuve que decirle a Manon que cogiéramos nuestros vasos y nos fuéramos de allí inmediatamente. Cuando nos fuimos, me hizo un gesto de que le esperara y Manon dice que lo vio salir corriendo de la barra, así que yo le dije "¿Qué  dices tia? ¡Corre!" y nos fuimos de allí pitando.

Y por fin llegamos a Tower Birdge. Estuvimos dando un paseo por zonas que no habíamos visto antes, también a orillas del río. Era una zona muy chula, pero los restaurantes tenían pinta de ser muy caros. Después, nos sentamos en los jardines a ver las Olimpiadas en las pantallas gigantes. Estaba mucho más lleno que el viernes, cuando fui con Tamsyn, Hugh y los niños. La verdad es que fue un rollo, porque en todas las pruebas de atletismo que salieron ¡no había ni un español!, ni siquiera uno que perdiera. Así que cuando llevábamos un par de horillas, nos fuimos a mi pub preferido a cenarnos el plato gigante para compartir y luego ya de noche, aprovechamos para echarnos más fotos.





Y para terminar, aunque esta noche vuelva a escribir para contaros el día de hoy, quiero felicitar a mi tito Pepe, que hoy es su cumpleaños ¡Un beso!

viernes, 3 de agosto de 2012

Ya he hecho las paces con Alannah. Esta mañana, como Tamsyn me dijo que no tenía que levantarme a las siete, me levanté un par de horitas más tarde y estaban los niños viendo la tele. Les di los buenos días y Alannah me miró de reojo un poco triste a ver qué hacía. Le di un beso a Charlie y cuando me acerqué a ella empezó a sonreír. "Do you remember when you told me that you didn't want to be my best friend any more?" (¿Te acuerdas cuando me dijiste que no querías ser mi mejor amiga nunca más?; la parte de "mejor" me hizo mucha gracia, porque no lo mencioné en ningún momento); "Yes, I do. And do you remember when you told me that you don't enjoy with me?" (Sí, me acuerdo. ¿Y te acuerdas cuando me dijiste que no te diviertes conmigo?); "Yes... I was only jocking" (Sí... sólo estaba bromeando); "Me too" (Yo también). Y nos dimos un abrazo fuerte. Lo sé, soy una niña pequeña.

La mañana la tuve libre, así que aproveché para comprarme mis Converse. Me cogí el autobús de al lado de mi casa para ir a Clapham Juction, el mismo sitio donde cogí el autobús el domingo, porque vi dos tiendas donde había Converse y era muy raro que no tuvieran mi talla. Cuando llegué, vi las que quería y la talla 5 en otros colores, pero me parecían muy grandes (lo de la talla 5 lo saqué por la guía de tallas de Amazon), así que le dije al hombre que quería unas como esas pero que no sabía mi talla. Me miró y me dijo que sería sobre un cuatro. Mientras una muchacha me las buscaba, me quedé hablando con el hombre (un negro gigante) aprovechando para practicar inglés. me estuvo preguntando lo típico, que de dónde era, que qué estaba haciendo aquí, que cuánto tiempo estaría en Londres... y cuando le dije lo que era una au pair, algo así como una nany pero que vive con la familia, me dijo muy seguro que tuviera cuidado, que el marido un día se iba a meter en mi cama. Yo me empecé a reír y le dije que no, que no creía que pasase eso y él tan seguro diciéndome que sí. Está claro que nunca viviría en casa de ese hombre.

Por la tarde, nos fuimos todos juntos a Tower Bridge, donde nos esperaba Hugh para ver las Olimpiadas en las pantallas gigantes y, al poco rato, fue a recoger a Uncle Connor (tito Connor, el hermano de Hugh) a la estación de tren. Charlie se quedó dormido en el carro al poco rato, justo después de comerse una magdalena, y yo estuve jugando con Alannah. Ya escuchaba música de mi Mp3, ya jugaba a que era peluquera y me peinaba... y cuando descubrió mi pintura de la bandera de España, lo flipó. Me pintó los brazos, se pintó los suyos, las piernas, la barriga, el cuello, la nariz, los mofletes, la frente, le pintó los brazos a su madre, a su padre y a su tío. Todo el mundo lleno de banderas de España. Y luego la grabé haciendo espectáculos de música. Hubo uno muy gracioso en el que intentaba hacer una canción en español y sólo decía spanish no se qué, spanish nosecuanto, los números, amigo y tres palabras más que se sabe.

El viaje de vuelta también estuvo gracioso, porque se acordó de que ayer le prometí que hoy me podía pintar la cara, así que estábamos negociando. Yo le dije que vale, pero que no me podía pintar el cuello, entonces ella me preguntó qué pasaba si lo hacía, para ver si le interesaba o no. Así que primero empecé con que la mataría, luego con que le metería la cabeza en el water y tiraría delas cisterna, luego con que le pondría de cena champiñones con cebolla, caracoles y caca de elefante... pero ella me contraatacó diciéndome que si no le dejaba, pe echaría todos los días saliva en los brazos (le encanta chuperretearme, echarme saliva y comerse mis uñas). Total, que al final llegamos a un acuerdo: podía pintarme el cuello, pero sólo la parte de delante. Aquí tenéis el resultado:


A la hora del baño, Charlie no paraba de recordarme que tenía que quitármelo, pero le dije que me lo iba a dejar para siempre; así que se quedó satisfecho. Alannah no tanto. Decía que así estaba guapa, pero que en la vida real era mucho más guapa. Así que le he hecho caso.

Y poco más. Tamsyn acostó a los peques (a los tres) y salieron a tomarse algo con el hermano de Hugh, así que me quedé hoy también aquí con ellos (con los tres), aunque los padres ya están de vuelta. Para que me quedara más tranquila en mi habitación, Tamsyn me ha dejado el aparatillo de escuchar si el bebé llora, pero en cuanto han llegado lo he apagado, por lo que pueda escuchar esta noche. Aunque no está mal, por el día de ayer, me han hecho un regalito de sesenta libras. ¡Las disfrutaré este fin de semana! ¡El domingo os cuento!

jueves, 2 de agosto de 2012

Para los que dicen que no saben ubicar a Ruairi y que nunca hablo de él, hoy voy a dedicarle prácticamente todo el post. Como ya os conté, Tamsyn y Hugh iban a ver el Volley, así que me tenía que quedar el día entero con los tres niños. No obstante, Tamsyn me dijo que no tenía que levantarme a las siete, que ella misma se encargaría. Así que me puse el despertador a las diez, aunque a las nueve ya estaba cansada de dar vueltas en la cama (el día que vuelva a casa definitivamente, me lo pasaré entero durmiendo).

Tamsyn estuvo explicándome todo lo que tenía que hacer con el bebé. Me enseñó a prepararle los biberones, cuántos, cada cuánto tiempo, a cambiar un pañal, las posibles cosas que le pueden pasar cuando llora, qué hacer por la mañana, qué hacer por la tarde, qué prepararles a los niños para el almuerzo, qué prepararles para la cena, todas las posiciones que tiene el carrito, cuándo utilizar cada una... Y todo esto en inglés. Me parecía imposible. Pero algo dentro de mí me decía que no sería tan difícil. Al final, no lo he hecho tan mal...

Ella se fue un poco después de las once y media, pero antes de irse le cambió el pañal y le dio de comer. A los cinco minutos, tuve que volver a cambiarle el pañal e intenté dormirlo (era el primer plan de la mañana). Me fue un poco pesado, más que nada porque en mis brazos se quedaba frito y en cuanto lo ponía en la cuna empezaba a llorar y a empezar desde el principio. Pero a la tercera fue la vencida y conseguí que se quedara solo. Mientras, los niños estaban viendo 101 Dálmatas y yo me puse a planchar unas ropitas mías. Ruairi estuvo durmiendo durante dos horas y, cuando se despertó, le calenté su leche al baño María, se tomó todo su bibi y se quedó jugando en su activity mat (una especie de parque).

Mientras, los niños se tomaron el almuerzo. Les calenté la pasta, les calenté la salsa boloñesa y les dejé comer en el sofá mientras veían la tele. Después, a Charlie tuve que cambiarle de ropa porque estaba lleno de tomate, les lavé la cara a los dos y nos fuimos todos juntos a dar un paseito por el parque: Charlie con su scooter, Alannah con el carrito de su muñeca y yo con el carrito del bebé. Pero no estuvimos mucho rato, porque a las dos y media habíamos quedado con la madre de Alexander para que se fueran un rato a jugara su casa mientras yo me quedaba con el bebé.

Después de un rato penoseando, logré que se durmiera sin tener que cogerlo en brazos. Morgan me trajo a los niños después de una hora y se quedó el resto de la tarde conmigo porque Tamsyn le había pagado para echarme una mano. Mientras yo le daba el segundo biberón a Ruari, ella le pintó la cara a Alannah de bruja y luego yo se la pinté a Charlie de vampiro verde y Alannah a Morgan de muchos colores. Y después, dejé a Ruairi en el activity mat, a Charlie viendo In the Night Garden y a Alannah jugando con Morgan. Me puse muy celosa, porque estaba con ella mejor que conmigo con todo el tiempo y el sufrimiento que me ha costado que me quiera. De hecho, mientras yo preparaba las pizzas y Morgan fue a coger a Ruairi que estaba llorando, me vino a decirme que si podía coger yo a Ruairi para que Morgan jugara con ella.

Ruairi no paraba de llorar. Intenté por dos veces darle el segundo biberón, pero no había manera; así que repasé la lista: no tenía hambre, tampoco gases, el pañal estaba limpio y tampoco quería jugar, por lo que no podía ser otra cosa que sueño (o estar malito, pero no podía tener tan mala suerte). Volvió a costarme dejarlo de nuevo solito en la cuna, pero no tanto como las veces anteriores, y me sirvió para que los niños terminaran de cenar y para bañarlos. Después se despertó y, como ya eran las siete, le cambié su pañal, le puse otra ropita y le preparé el biberón de la noche. Ese sí se lo tomó. Mientras tanto, Alannah estaba coloreando y alardeando los dibujos de Morgan y Charlie seguía viendo sus dibujitos en la tele.

Y por fin, llegó el momento de acostarlos. Morgan ya estaba muy cansada, así que le dije que no se preocupara, que yo podía acostarlos sola, pero Alannah se empeñó en que ella le leyera un cuento. Así que ella se lo leyó a Alannah y yo a Charlie. Cuando Morgan se fue, Alannah empezó a lloriquear preguntándome cuándo llegaría su madre. Le dije que por qué con Morgan estaba tan contenta y ahora conmigo empezaba a llorar "Because I like to be with her" (Porque me gusta estar con ella); "And don't you like to be with me?" (¿Y no te gusta estar conmigo?); "No"; "Ok, good night" (Vale, buenas noches); "Will you tell to mummy and daddy?" (¿Se lo vas a contar a mamá y a papá?); "No"; "Ok"; "Ok? I won't be your friend any more" (¿Vale? No seré tu amiga nunca más); "Really?" (¿de verdad?); "Yes" (Sí); "Ok then, but I love you" (Vale entonces, pero te quiero); "I don't" (Yo no). Y me fui.

Contado así, ya sé que parece un drama y que yo he hecho el mismo papelón que ella, pero de verdad que me ha hecho mucho daño que me diga eso; sobretodo porque cuando me dice cosas así siempre se ríe diciéndome que es broma. Y de verdad que hoy me he pasado el día entero trabajando y haciendo lo que han querido para que me venga con esas. Y todos los días haciendo un montón de cosas por ellos, inventándome juegos, comprándoles regalitos, haciéndoles un cuento... No entiendo por qué no puede ser una niña normal como Charlie. De verdad, qué ganas de volver a casa... Hoy, os dejo que la odiéis.

Y bueno, en la sección felicitaciones (ya se ha hecho costumbre, creo que está incluso dejando de hacer ilusión) quiero felicitar por segunda vez en mi blog a mi primo Ángel, que hoy ha sido su santo. A la próxima que me toque felicitarte, subiré una foto tuya,porque los que no te conozcan estarán ya fritos por saber cómo eres. ¡Un beso! ¡Y buenas noches a todos!

miércoles, 1 de agosto de 2012

Creo que me estoy acostumbrando al sonido de mi despertador. Y a la luz que entra por mi ventana. Menos mal que los niños hacen ruido suficiente para despertarme, porque cuando hoy he mirado la hora, eran las siete y diez. me paso los días cansada. Con suerte, me duermo a las once y media o doce y me tengo que levantar a las siete. Para colmo, los fines de semana me canso incluso más que durante los días laborales (afortunadamente) y eso para mí es demasiado.

La mañana me recordó mucho a la de las primeras semanas, jugando con Charlie a las cocinitas. Después, a Alannah se le ocurrió hacer un picnic dentro, con comida de verdad, así que transformamos el jugo. Para el picnic, Tamsyn preparó smoody de fresa para todos (una especie de yogurt líquido). Ya una vez lo hizo y cuando me ofreció le dije que estaba llena, pero hoy no tenía escapatoria y me preparó un tubo para mí sola.  Se nota que no me conoce bien. ¡Una bebida espesa y de color rosa! ¡Y encima con tropezones de pipas! Afortunadamente, Charlie derramó el de Alannah en el suelo y le eché un poco del mío (casi todo) y, cuando nadie miraba, le eché el resto a Charlie y me llevé el vaso vacío al lavavajillas, como si me lo hubiese terminado la primera.

Para el desayuno, Charlie me pilló por banda de nuevo. Cuando vio que iba a la cocina, se vino corriendo a preguntarme qué iba a hacer, sabiendo que era prepararme unos cereales, así que me llené el bol un poco más de lo habitual y cogí una cuchara para cada uno y nos los cominos mano a mano. A veces, incluso, cuando a mi me daba tiempo a tomarme una cucharada, él se tomaba dos. Y después, cuando no quedaban más, me arrebató el bol para beberse la leche.

El plan de hoy ha sido ir a la piscina. No sabíamos seguro si íbamos a poder ir porque la última vez que Hugh los llevó se tuvo que volver porque le dijeron que con dos niños menores de cinco años necesitaban dos adultos. Yo le avisé a los niños de que existía la posibilidad de que nos tuviéramos que volver, pero no hubo ningún problema, nos dejaron entrar como siempre. Lo gracioso fue que cuando me pasaron la tarjeta, Alannah empezó a preguntarme una y otra vez (en vista de que me estaba haciendo la remolona) "Ana, it's allowed for Charlie and for me?" (Ana, ¿está permitido para Charlie y para mí?).

En la piscina siempre nos lo pasamos muy bien. Además, Alannah está aprendiendo a nadar y cada día que vamos avanza un poquito más. Normalmente, lo que hacemos es que, cuando le quito los manguitos, yo me voy un poquito lejos y tiene que llegar hasta donde estoy; pero hoy hemos hecho una cosa nueva. Yo estaba justo a su lado y ella tenía que cogerme, pero a la vez que ella iba nadando hacia mí, yo iba andando hacia atrás, casi cogiéndola para que se sintiera segura, pero sin llegar a tocarla. Y así ha nadado hasta bastante lejos ella sola y casi sin darse cuenta.

La tarde la he tenido entera libre. Primero me he dormido hasta las cuatro y media sin darme cuenta y después, todavía con los ojos pegados, me he ido al gimnasio. ¡He perdido un kilo! Parece que el esfuerzo está teniendo su recompensa. Lo bueno es que como bastante bien, así que no os preocupéis por si no me alimento en condiciones, pero se me va a poner cuerpo de atleta.

Y nada, luego le he echado una mano a Tamsyn con la cena y la cama, aunque me dijo que no hacía falta. Alannah se ha puesto súper penosa llorando sin parar mientras le estaba lavando las manos, la cara y poniéndole el pijama, así que su madre la ha acostado sin leerle un cuento hoy. Después, cuando me subí a mi cuarto, la escuché cantar en su habitación y fui a ver por qué no podía dormir y me dijo "Ana, do you remember when I was naughty?" (Ana, ¿te acuerdas cuando fui traviesa?); así, como arrepentida. Me dio mucha ternura.

Y nada, mañana el gran día. Hugh y Tamsyn se van a ver el Volley yme quedo a solas con los tres. Hoy ya he hablado con los niños y les he dicho que se porten bien. También he hablado con Ruairi en un ratito que me he quedado a solas con él mientras Tamsyn acostaba a los niños. Le he pedido que mañana no llore mucho y que se tome el biberón, pero como no entiende aún lo que le digo, se mondaba de risa. Veremos a ver...